Epílogo

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Un mes, cuatro semanas, treinta y un días, como prefieras llamarlo, habían pasado desde la muerte del rey Oscar, mi mentor.

Después de aquel suceso una escalofriante realidad se alzó ante nosotros, ya no había rey y aquello era un peligro. Los pueblerinos se nos habían echado encima buscando que uno de nosotros ocupara el puesto y aunque a ninguno le hizo especial gracia Fayra se ofreció. Justo lo que estas leyendo, Fayra actualmente era la reina de aquel precioso y gigantesco reino lleno de paz. Sentimentalmente ella seguía igual, tenía sus líos de una noche con diferentes mujeres sin ataduras y formalidades, y ahora más que nunca cuando tenía un reino al que proteger. En resumen, a Fayra le estaba yendo bien porque enseguida se dio cuenta de que le gustaba aquello de liderar.

Theon se quedó con ella como uno de sus trabajadores, estaba trabajando en la biblioteca más grande que habíamos visto en nuestras vidas que estaba situada en palacio y nos había explicado en una de nuestras tantas reuniones que era el hombre más feliz en estos instantes.

Sí, nos reuníamos cada poco tiempo los seis para charlar, después de todo lo que habíamos vivido juntos, nos habíamos convertido en una gran familia a fin de cuentas no teníamos a nadie más, solo a nosotros.

Dhara y Daryl, como se hizo esperar, acabaron juntos, pero antes de ello tuvieron pequeños percances, como por ejemplo el rotundo no que alardeaban que sentían los dos. Una noche salimos a festejar por alguna taberna del pueblo, en conclusión, una chica empezó a tontear con Daryl y Dhara acabó bailando con otro chico, los dos se pusieron tan celosos como para acabar admitiendo lo que sentían el uno por el otro. Y ahora mismo Daryl y Dhara llevaban una especie de academia secreta donde enseñaban a los niños a sobrevivir ante cualquier circunstancia.

Y solo quedábamos Calix y yo, que después de todo lo ocurrido llegamos a no creernos que éramos libres de verdad, y en cuanto lo aceptamos nos marchamos de allí como si el pueblo estuviese en llamas y corriésemos buscando salvar nuestras vidas. Pasábamos el tiempo arriba y abajo conociendo mundo, viviendo. Por fin podía decir que estaba viviendo.

Ahora mismo nos encontrábamos en un lago con los pies a remojo y nuestros cuerpos tumbados mientras mirábamos el cielo oscuro.

- ¿En qué piensas? - le pregunté a Calix.

Cogí su mano y empecé a juguetear con sus dedos, en uno de ellos llevaba un anillo que también compartía yo en mi propia mano, lo habíamos hecho con ramitas como un símbolo de unión.

- En que podríamos pasarnos por palacio y hacerles una visita por el cumpleaños de Dhara.

Asentí de acuerdo con la idea.

- Me parece bien.

- A veces pienso que esto es un sueño, que realmente no estamos viajando, no somos libres, no hemos matado a Oscar y que no estamos juntos, y me aterra de sobre manera pensar en ello.

Le di un beso en los nudillos.

- Pero estamos juntos, estamos viajando, somos libres y lo hemos matado- dije.

- Si, eso mismo.

Nos quedamos en silencio mirando las estrellas. Nuestros silencios nunca eran incomodos y este no era la excepción.

- He pensado en que podríamos comprarnos un perro- dije de golpe.

Él me miró y frunció el ceño.

- Ni siquiera hemos podido comprar aún un segundo caballo.

- Son planes de futuro- respondí tranquilizándolo.

- Que bien suena.

Después de decir eso me levanté y me subí a horcajadas encima suya, una sonrisa lobuna se extendió en sus labios.

- ¿Por qué sonríes pervertido? - dije con una sonrisa tonta

Tiró de mí y besó mis labios con dulzura.

- Que bien se siente la libertad.


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La Última de las Melodías está oficialmente acabada.

Tengo que decir que antes de escribir el último capítulo escuchaba Libertad de Nil Moliner lagrimeando porque no quería acabarla, pero aquí me veis escribiendo la última nota del epílogo. 

Y he amado tanto escribir esta historia. He visto mi progreso de una novela a otra y puedo decir que me siento muy orgullosa de como a acabado.

Siempre estoy leyendo los comentarios y viendo las votaciones, y quiero que sepáis que me hacéis infinitamente feliz con ellos. Y que podría no, afirmo que me se de memoria los lectores que han llegado hasta el final, y  que espero conocer a los nuevos.

Espero que os haya gustado y si no, no pasa nada, tengo más historias échales un vistazo. ;)

Me despido de esta novela formalmente como su escritora.

Y solo me queda deciros que os leo, siempre lo hago.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora