Capítulo 10

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El olor del desayuno, dispuesto en la gran mesa alargada encabezada por el rey y su familia, me provocaba nauseas y mareos.

Por la mañana había aparecido una sirvienta y me había dejado ropa y una nota con la hora exacta a la que desayunaríamos. Fayra vino en mi busca a preguntarme sobre mi estado a lo que le respondí como pude sin recordar nada y con ganas de vomitar, ella me explico que había estado ingiriendo durante parte de la noche alcohol, pero no uno mortal, si no de las criaturas mágicas que en un cuerpo mundano tiene unos efectos más fuertes de lo normal.

Alargué la mano por encima de la mesa en busca de la jarra con agua, pero una mano la agarró antes que yo, intenté coger el último croissant en la mesa, pero alguien lo cogió antes que yo. Estaba frustrada, parecía que hoy me saldría todo mal, además de que el dolor de cabeza me ponía de muy mal humor, respiré despacio y entonces la voz del rey se alzó.

- Cuando acabe el desayuno mis guardias os llevaran hasta las armas que tenemos preparadas para vosotros. A la noche cuando hagamos la ceremonia antes de vuestra partida, llenaremos los carruajes con vuestras armas, con oro, alimentos y todo lo que necesitéis. Bon profit!

Después de aquello se levantó seguido por su mujer y se marchó, dejando a su hijo con nosotros. Abu en el lado contrario de donde se habían sentado los reyes, dejo los cubiertos en la mesa con un sonido estridente. Todos alzamos nuestras cabezas dejando nuestros desayunos.

Abu en aquellos pocos días había cambiado para bien, se le veía más joven con un aire más divertido y desenfadado, como si lo peor ya hubiese pasado y ahora se aproximará la gran felicidad.

- Quiero recordaros, antes de que marchéis en busca de armas, que os he criado como a mis propios hijos y mucho mejor de como os abrían criado vuestros padres. - sonrió tranquilamente- Confío en vosotros, siempre lo he hecho, ¿no?

Después de aquellas palabras, como siempre hacía Abu, se levantó de la mesa y se marchó sin esperar respuesta por nuestra parte.

El discurso habría sido alentador y precioso si no fuese por las palabras que había decidido utilizar. Él no podría haber sabido ahora ni jamás como nos habrían criado nuestros padres, lo suyo eran suposiciones que solo me hacían pensar más en mi infancia en cómo se habrían criado los niños con familia, pero supongo que nunca lo sabría. La última frase que había dejado, se repetía en eco en mi cabeza, "confío en vosotros, siempre lo he hecho, ¿no?", el tono con el que había dicho aquellas palabras me hizo entender el significado, nos estaba amenazando quería que lo consiguiéramos, aunque renunciáramos a nuestras vidas en el camino. Abu tenia una confianza y un carisma que podía engatusar a cualquiera, pero también tenia un aura tan oscura como para ver de frente sus intenciones.

Los tenedores y cuchillos se pusieron otra vez en marcha y el desayuno siguió igual.

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Había estado siendo observada por el príncipe durante todo el desayuno algo en su mirada declaraba cierto interés que me inquietaba.

Mi mirada estaba repasando todas las armas que tenía a mi disposición sobre la mesa, mi mirada iba del arco de plata con runas en él a las tres dagas con empuñadura metálica. Estaba indecisa sabía que podía elegir claramente las dos, pero aquello era lo que menos quería hacer, cuanto menos peso llevara, mejor me movería, más ágil seria y más rápida. Al final lo pensé mejor y me decidí por el arco de plata con flechas metálicas, el vestido que llevaría ya estaría lleno de pequeños cuchillos no tan buenos como aquellas dagas, pero bueno.

Salí de allí en cuanto cogí lo que me correspondía y avancé por la parte solitaria del castillo, cuando unas manos se encerraron en mi cintura y me empujaron hacia la oscuridad de una de las habitaciones. Empecé a tantear todo en busca de alguna superficie, pero una sonrisa blanquecina me hizo girarme y ver a mi captor.

- Eres una reliquia y yo tengo el suficiente poder para tener cualquiera...

No continuo.

Yo ya le había dado un rodillazo en la entrepierna.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora