Capítulo 29

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Tres días, eran los que llevábamos subiendo las montañas.

Después de haber pasado la noche con Calix, Fayra había aparecido con una sonrisa al estar parte de la noche con la joven guardia, más tarde habían llegado Daryl, Theon y Dhara, y nos habíamos subido en los caballos.

Delante iban Daryl y Theon en uno de los caballos, Dhara y Fayra por detrás y Calix y yo, en medio.

Lo único que transportábamos con nosotros eran las armas y unas gruesas mantas que habíamos robado del mercado, ya que por cada paso que daba el caballo la temperatura disminuía.

Una de las mantas rodeaba mis hombros resguardándome del frío, y calentándome, además del calor extra que emanaba el cuerpo de Calix rodeando el mío con fuerza. Mis manos temblaban alrededor de las riendas, mis labios tiritaban sin control y mis parpados cada vez pesaban más. La cabeza de Calix estaba escondida en mi cuello y sentía como él mismo temblaba.

- ¿Cuánto nos queda? - pregunté con la voz alzada, para que me escucharan mucho mejor.

- Un día más como mucho- contestó Theon.

Daryl y Theon pasaban el tiempo molestándose, no se aguantaban, pero se habían puesto juntos en el mismo caballo, porque Dhara quería saber todos los detalles del lío que había tenido Fayra con una de las chicas del pueblo.

- Solo un día más- susurré temblando.

Y Calix apretó su agarre en mí.




Diecinueve horas más tarde nos habíamos cambiado de posición, ahora era Calix quien llevaba al caballo y yo era la que me apoyaba en su espalda para descansar. Llevé un trozo pequeño de pan a mi boca para alimentarme, y cuando lo mordí casi me reventé los dientes de lo duro que estaba.

Suspiré con cansancio después de conseguir sacar una migaja de pan.

La nieve se aglomeraba en los arboles y cada cuanto caía un poco por encima de nuestras cabezas. Los rayos del sol no nos hacían ningún efecto, seguíamos temblando de frío, pero ya se había vuelto una costumbre escuchar el sonido de los dientes castañear.

Levanté la cabeza y la apoyé en el hombro de Calix mirando al frente, más adelante se veía una pequeña zona plana en la cual se veía la obertura de una especie de cueva. El corazón empezó a martillearme el pecho.

¿Sería lo que creía que era?

Porque si era la cueva del Darkshy, no me la había esperado así.

No tenía nada de diferente, no tenía nada único, solo era una cueva normal.

- ¿Eso es la cueva? - le pregunté a mi compañero.

- Eso creo.

- No parece...- comenté indecisa de como describirlo.

- Un lugar donde vive una bestia- acabo él por mí.

- Pues sí.

Llegamos a la pequeña explanada donde nos bajamos y comenzamos a sacar las armas. Me colgué el arco en la espalda junto al carcaj y sus flechas, saqué algunas dagas que me puse en el cinturón del vestido y otras dos me las escondí debajo de la ropa por si acaso. Miré a los demás, se preparaban las armas con calma y nerviosismo.

Estábamos todos alterados. No sabíamos que nos encontraríamos, bueno se suponía que un dragón, pero yo tampoco sabía cómo era un dragón.

Miré a Dhara que se colgaba una de las espadas en el cinturón con sus manos temblando, luego miré a Fayra que ella se colocaba las dagas con destreza y con decisión, eran tan diferentes.

Cuando acabamos todos, nos acercamos y empezamos a idear un plan el cual seguir.

- Entramos y punto- dijo Daryl.

- ¿Puedes dejar de ser tan impulsivo? Si hacemos eso, nos matara antes de tocarlo a él- espetó Dhara.

- Entramos algunos para ver lo que nos vamos a encontrar y que otros estén esperando fuera- propuso Fayra.

- ¿Para que nos vamos a dividir? – preguntó Theon.

- ¿Tú sabes de conocimiento, no? - le preguntó de golpe Fayra a Theon, este asintió confirmándole- Pues cállate porque yo sé de estrategia.

- Tiene razón. Si entramos algunos antes podremos ver a que nos enfrentamos y podremos avisar a los demás- se puso de su parte Calix.

- Yo entró- dije, uniéndome al plan.

- Yo también- me siguió Dhara.

- Entonces nosotros entraremos- acabo Calix con la conversación.

Avanzamos todos hacía la cueva y ahí nos separamos, ellos se quedaron vigilando fuera y nosotros entramos con sigilo. Del techo goteaba agua que empapaba el suelo, no se escuchaba nada, pero igualmente seguimos andando con el mismo cuidado que anteriormente habíamos tenido. La cueva era grande, tenia un techo alto y una anchura espectacular, el camino era todo recto y así lo seguimos.

Acerqué la mano de golpe hacia una de las dagas, cuando empezamos a escuchar un sollozo.

- ¿Qué es eso? - preguntó casi inaudiblemente Dhara.

- Alguien está llorando- le contesté igual de bajito.

El pulso se me aceleraba, cada vez que los sollozos se escuchaban más altos.

Y en ese momento lo vi.

El final de la cueva, pero no solo eso.

Una niña lloraba en el suelo, desnuda y débil. Sus brazos rodeaban sus piernas y su cabeza estaba hundida en ellas.

No nos escuchó llegar, nos miramos entre nosotros confundidos. No sabía que estaba pasando, miré lo que quedaba de la cueva, no había nada. Solo estaba la niña y nada más.

Dhara se intentó acercar sigilosamente a la niña, pero entonces uno de sus pies se coló en uno de los charcos de agua del suelo.

Y la niña levantó la mirada.

Mis ojos se abrieron exageradamente al evaluarla.

Sus ojos...

... eran de un color verde intenso.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora