Capítulo 11

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Una rendija de luz iluminó la estancia enmascarándolo. El príncipe estaba impactado mientras gruñía de dolor, entonces ninguno lo notó, el príncipe cayó al suelo ante el impacto de un cuerpo contra el suyo. Calix se sentó encima suya y empezó a repartirle puñetazos, cuando parpadeé sorprendida me acerqué a él. La cara de el príncipe había dejado su perfecta pulcritud de siempre, ahora estaba llena de sangre y heridas grabadas por el puño de Calix. Puse mi mano en el hombro de Calix y él se tensó ante mi contacto parando, se levantó poco a poco y entonces fue mi turno. Le di una patada en la barbilla y otra en el estómago, después me acerqué a su cara.

- Da igual todo el poder que tengas o creas tener, eso no influye en que eres una mierda de persona y no eres más que nadie. Me las arreglare para informar a todo el reino del tipo de príncipe que tienen. - esto último lo dije con los dientes tan apretados que me daba la sensación de que se partirían- Ni se te ocurra volver a tocar a una mujer ni a nadie, porque entonces volveré.

Espere a que contestara, pero este estaba tocándose la cara en busca de sus heridas. Como no contesto volví a darle una patada en el estómago.

- ¿Qué si lo has entendido? - la ira me recorría las venas.

- Si.

Después de eso salí de allí hacia el pasillo, detrás mía venia Calix.

Si no hubiese tenido la suerte de que Calix apareciera podría no haber llegado a la puerta antes de que se levantara el príncipe, y no quería pensar en lo que podría haber pasado.

Me giré hacia Calix.

- Gra-gracias- tartamudee.

- Lo habría hecho por cualquiera, ahora vayámonos- contesto secamente.

¿Es que no podía dejar su frialdad en ningún momento?

Seguimos por el camino y cuando ya estábamos en el pasillo donde residían nuestros aposentos, él carraspeo intentando encontrar la voz.

- ¿Estás bien? - unos segundos después pregunto más rápido- ¿Te ha hecho algo?

Niego y agarró el pomo de mi habitación, lo giro lentamente sintiendo su mirada y lo miro por última vez cuando voy a cerrar la puerta.

Ya estaba en mi habitación, suspiré y entonces me desmoroné en el frío suelo del lugar.

Escondí la cabeza entre mis piernas flexionadas hacia mi pecho y sollocé. Lo odiaba, odiaba sentirme tan poco segura. Me levanté lentamente y me acerqué a la cama donde tiré el arco, tirándome yo también encima.

Ahora solo quedaba la ceremonia y partiría de aquí.

Junto a todos aquellos recuerdos y momentos en los que me había sentido indefensa, insegura y frágil, en "los 4 muros" y en el castillo.

Que nunca podría olvidar, aunque fuesen mi último deseo de vida.

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Aerilyn oculta mucho dolor pero no es lo única, aunque ella omite muchos recuerdos de su infancia y su vida en los 4 muros, no fue un buen lugar.

El siguiente capítulo será ya la ceremonia de despedida así que la verdadera aventura empezara dentro de dos capítulos exactamente.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora