Capítulo 22

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Mis dedos rozaron la tela suelta de su pantalón oscuro, la deslicé hacia arriba y dejé a la vista su pierna. Cuando acabe y deje expuesta la sucia venda, me moví hacia atrás y deje a Fayra acercarse. Fayra llevaba una caja vieja, que nos había dado el señor, con utensilios médicos básicos, llevo sus manos a la zona infectada y desenrolló la venda, dejándonos ver la herida. Nos dispusimos a analizarla, esta estaba cicatrizando y por lo que parecía mejorando.

- Esta mejorando, le limpiaré la zona de la herida, pero no volveré a ponerle la venda- informó Fayra, a lo que asentimos todos.

En la zona de la herida se había acumulado un poco de sangre y suciedad, a lo cual Fayra se puso manos a la obra para limpiar.

Miré a la esquina oscura del salón. Ahí estaba él, con los brazos cruzados y con semblante indiferente. Sus ojos en ningún momento se cruzaron con los míos. Lo miré detenidamente, sus labios estaban más rojizos que de costumbre y estos estaban hinchados, entonces recordé lo que había pasado en el baño y aunque ahora no sabía en que posición estábamos, mis mejillas se tiñeron de rojo después de tanto tiempo. Entonces su mirada se encontró con la mía, y como no podía estar mucho más roja que antes enrojecí más.

Mi mirada se desvió de la suya en cuanto sentí una mano pesada posarse en mis hombros. Me giré y retrocedí, el señor delante de mí llevaba una sonrisa de oreja a oreja, se me erizo la piel al mirar sus ojos, estos estaban perdidos parecían dos agujeros negros.

Aun mirándolo a los ojos, moví mi mano en un golpe seco lanzando el cuchillo, que había intentado subir a mi cuello, hasta la otra punta del salón chocando con la punta de los zapatos de Calix.

La sala se volvió puro silencio, y el hombre se lanzó encima de mí, lo esquivé una y otra vez, pero cada vez estaba más acorralada contra la pared. Un movimiento a mi lado me desconcentro, pero antes de que pudiese actuar un cuerpo intervino lanzándose encima del hombre. Calix lo golpeaba con sus puños, un puñetazo tras otros sin control, Daryl corrió hacia él y lo intento separar de el hombre que no reaccionaba.

- Hijo de...- murmuró Calix rabioso.

Una melodía dulce y clara retumbaba entre las paredes de la pequeña casa, provenía del exterior. Calix se levantó enseguida separándose de Daryl y se movió hacia la puerta, que estaba abierta de par en par, fui detrás suya y miré que era lo que pasaba.

Fuera de la casa unas luces iluminaban el camino principal, me deslicé hasta estar en el porche y miré hacia todos lados buscando la procedencia de la melodía.

Y cuando menos me lo esperaba, des del lado del que veníamos cabalgando, unos feroces lobos aullaron cambiando la melodía a una más fuerte y magnética que llamaba su atención.

Calix reaccionó antes que ninguno y giró para entrar en la casa.

- Tenemos problemas- dije.

- Parece que hemos llamado la atención de una manada de lobos hambrientos. Así que moveros, Daryl y Dhara llevaros a Theon, Fayra lleva nuestras cosas al carruaje y salgamos corriendo de aquí.

Los anteriormente nombrados, empezaron a hacer todo corriendo descontrolados, los aullidos se escuchaban cada vez más cerca. Todos salieron y fui en busca del botiquín que había quedado tirado, me agaché y con las manos temblando recogí todo, pero una mano se enrollo en mi tobillo haciéndome caer de un tirón. El hombre aun tumbado y con la cara destrozada, tiraba de mi hacia él con decisión.

- ¡Ayuda! ¡Ayuda! - empecé a implorar.

- Joder Aerilyn- escuché a Calix decir.

Calix golpeó con su bota la espalda del anciano y me ofreció su mano, la cogí corriendo y salimos de allí. El carruaje estaba preparado, pero en cuanto los lobos escucharon el fuerte golpe de las cajas de Fayra, estos salieron corriendo hacia nosotros.

Aun con mi mano entre la suya corrimos hacia el carruaje. El pulso me iba descontrolado al igual que mi temeroso corazón. Calix sin perder tiempo me levanto de la cintura para subir a la parte delantera del carruaje y él se deslizó a mi lado para dar un golpe con las riendas y empezar a cabalgar, lejos de allí.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora