Capítulo 21

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Las viejas escaleras de madera chirriaron al poner el primer pie en ellas, respiré hondo, la brisa al pasar me puso los pelos de punta. Tenía una sensación extraña, estaba tan tensa como un bloque de hielo. No era temor, era una mala vibra que rodeaba la casa que no me dejaba estar tranquila.

La puerta estaba entreabierta y el hombre la empujó, pero esta no se abría. Se adelanto Daryl, que era el único que había tenido una conversación con él, y la desatrancó de un golpe seco con el hombro.

Un olor nauseabundo inundo el porche, era un olor que no sabría describir, aunque pasasen cientos de años. La casa no tenia ventanas y dentro no había ni una luz encendida, había un sofá en medio de la sala con todo tipo de pescado, hice una mueca de asco.

- Ahora enciendo la luz, entrad, entrad- nos animó.

El hombre se movió lentamente hacia un cajón tirado en medio de la sala, de él cogió una vela y la encendió con una cajetilla de cerillas que se sacó del pantalón.

Miré a Dhara, esta reflejaba su indignación y inconformidad con la idea de entrar.

Entré a la casa, la luz de la vela iluminaba solo una porción de la sala, era como si la oscuridad fuese tan densa como para no poder desaparecer tan fácilmente. Suspiré con los nervios de punta, esto no me estaba gustando, nada de nada.

El hombre se sentó en el sofá, encima de todo el pescado, como si allí no hubiese nada y empezó a toser sin control.

- ¿Quereis tomar algo? - dijo, después de su ataque de tos.

Negamos todos a la vez con la cabeza.

El olor me estaba produciendo nauseas y no podía parar.

- ¿Tiene baño? – pregunté.

- Claro, por el pasillo la última puerta.

- Gracias- agradecí.

Fui hacia el pasillo que estaba aun más oscuro que el salón, me sujeté de la pared a un lado para no caer y me fui deslizando con cuidado hasta la última puerta del pasillo. Al abrir la puerta, esta estaba iluminada por un farolillo, y aquello lo agradecí internamente, cerré la puerta detrás mía y reposé las manos en el lavamanos. El baño estaba hecho un desastre, el espejo tenia una brecha que lo partía en dos, la bañera tenía un color desgastado y el suelo estaba lleno de pisadas.

Estaba tan enfrascada en mis pensamientos, que no escuche la puerta abrirse. Metí un bote en cuanto escuché el sonido de la puerta al cerrarse y me giré rápidamente a ver quién era, me llevé una sorpresa al verlo. Calix se mordía el labio inferior nervioso.

- Esto ha sido una mala idea, no deberíamos haber entrado, deberíamos habernos quedado fuera o haber seguido con la ruta y Daryl no tendría que haber hablado con él- dijo, con las manos en los bolsillos.

- No vale la pena ahora pensar en lo que tendríamos que haber hecho, ya estamos aquí- comenté.

Un silencio se extendió.

- ¿Lo sientes, no? - preguntó de golpe.

- ¿El que?

- La energía...

- ...negativa- acabe por él.

- Me da mala espina todo esto.

- A mí también- dije.

Se acercó lentamente hacia mí, hasta que sus manos se posaron a los lados de las mías en el lavamanos, lo miré a los ojos. Había disminuido el espacio considerablemente.

- Creo que vivía mejor sabiendo que solo existíamos nosotros en nuestro mundo.

Aquello me sorprendió, pero como no sabía que decir, me quedé callada.

- Odio lo que siento cuando estoy cerca de ti- susurró.

Los latidos de mi corazón, cada vez eran más frenéticos y insensatos. Intenté encontrar la voz que había perdido para contestarle.

- ¿Qué sientes? - dije entrecortadamente.

- Siento que los muros que he construido se derrumban, siento que estoy tranquilo y que por fin estoy en casa.

Sin pensármelo dos veces, mis labios chocaron con los suyos. Mis manos se movieron hacia sus mejillas y lo agarré para acercarlo más a mí, nuestros labios no se movieron con dulzura sino con necesidad. Lo necesitaba. Mis manos tantearon el lavamanos y me empujé hacia arriba para sentarme encima de él. Calix se acercó más y se movió entre mis piernas las cuales enrollé en su cintura para disminuir el espacio entre nosotros. Sus labios dejaron los míos y empezó a recorrer mi cuello con pequeños besos húmedos, mientras subía una de sus manos lentamente en una caricia hasta llegar a la cara interior de mi muslo. Sus besos me obligaron a tirar la cabeza hacia atrás, dejándole más espacio. 

Y entonces unos golpes en la puerta nos pararon, baje rápidamente del lavamanos.

- ¿Estais ahí? Vamos a sacar a Theon para mirarle la herida- pregunta alguien del otro lado, una voz que podría diferenciar entre miles.

- Ahora salimos Dhara- le conteste.

Alcé la cabeza y miré a Calix, este ya no estaba mirándome a mí, estaba mirando fijamente a una de las paredes. Cuando volvió a mirarme, algo cambio en él, sus barreras habían vuelto a construirse y con una mirada fría salió del cuarto de baño.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora