Capítulo 24

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Otro trueno sonó más fuerte que el anterior. Mi cuerpo temblaba de frío mientras que sujetaba el farolillo con torpeza, las mantas que habíamos llevado al principio estaban empapadas y la poca luz que había en el bosque no ayudaba en nada. Queríamos poder parar, pero la tormenta inundaba los caminos y nos dejaba avanzar con algo de suerte, pero por como sonaba el carruaje al moverse si nos llegábamos a parar con la fuerza con la que caía el agua, este se destruiría o por el peso del agua o porque las ruedas se hundirían en el fango.

Daryl a mi lado llevaba un gran sombrero que habíamos encontrado entre la ropa, que gracias a la visera le dejaba ver por donde íbamos, mejor claro que si estuviese sintiendo las gotas caer por sus ojos.

- Necesitamos parar- demandó Dhara desde dentro.

- No podemos- respondió Daryl.

- Nos quedaríamos atrapados- dijo Calix.

Un relámpago dio de lleno en una de las cordilleras más altas y unos minutos más tarde otro trueno, escandalizó a algunos animales que habían quedado descubiertos que empezaron a huir buscando un lugar en el cual refugiarse.

Los caballos corrían con fuerza y decisión con ganas de refugiarse de la lluvia. A lo lejos vi un letrero con diferentes direcciones y muchos caminos, con rapidez busqué el mapa y con mi cuerpo lo refugié de la lluvia, me situé en él y busqué nuestro destino que eran las cordilleras más altas y más concretamente el pico con una altura superior a los demás.

- No gires, sigue recto- le ordené a Daryl.

Daryl asintió y siguió conduciendo.

Cuando menos me lo esperé, después de haber pasado el letrero, un gran estallido de luz que más concretamente fue un rayo cayó delante nuestra, tan de improviso los caballos se alteraron y me sujeté con fuerza del asiento. Los caballos saltaron descontrolados, y como si fuese a cámara lenta mi cuerpo se soltó del asiento y caí a un lado del camino. Grité en cuanto sentí la punzada de dolor en mi pierna, que fue la que se llevo el verdadero golpe. Los ojos se me inundaron de lágrimas mientras sentía el dolor recorrerme desde el tobillo hasta el muslo.

- ¡Salir! - gritó Daryl, y después saltó del carruaje.

Los demás en cuanto lo escucharon abrieron las puertas y se bajaron, entonces los caballos aun más nerviosos salieron corriendo sin rumbo entre los arbustos alejándose del camino.

Cerré los ojos y balbuceé una maldición.

La impotencia que sentí me recorría cada una de mis extremidades, acabábamos de perder todas nuestras cosas, no solo las armas sino también nuestro alimento, estábamos perdidos en medio de ese bosque.

- Joder, joder- murmuré.

Me intenté levantar, pero, aunque el sentimiento de dolor se había convertido en rabia, un pinchazo me sacudió en cuanto intenté mover la pierna. No creía haberme roto algo, por lo cual aun con el dolor me senté y estiré la pierna.

Miré a mi alrededor, Daryl estaba intentando levantarse del suelo después de haberse tirado del carruaje, en medio del camino estaban Fayra, Theon, Dhara y Calix. Calix se acercó corriendo y se acuclilló delante de mí.

- ¿Te duele? - preguntó, aunque su voz siempre había sido muy indiferente notaba una pizca de preocupación.

Asentí, sin hablar.

La lluvia había disminuido considerablemente pero aun caía empapándonos más de lo que estábamos, su cabello oscuro se pegaba a sus mejillas y no puede aguantarme las ganas de retirárselo, así que lo hice. Él me levantó en brazos como ya había hecho unas cuantas veces y se acercó al grupo que estaba bajo un árbol con Daryl sentado ahí.

- ¿Qué vamos a hacer? Maldita sea- dijo Daryl con rabia.

- Seguiremos. ¿Qué quieres hacer si no? - preguntó Calix con burla, una que realmente estaba disfrazada de frustración.

- ¿Y cómo? Si no tenemos ni armas para enfrentarnos al Darkshy, no tenemos ni siquiera como movernos y mucho menos alimento- dijo Fayra alterada.

- Y os recuerdo que ya hemos tenido que salir corriendo tres veces por culpa de unos tiranos- acabó de decir Dhara.

Theon estaba en silencio, observando la situación.

- Esto no habría pasado si no hubieses soltado a los caballos- le dijo enfurecida Fayra a Daryl.

- ¿Qué culpa voy a tener yo? Nos podrían haber matado ahí dentro- se cabreó Daryl, alzando la voz.

- Nadie tiene la culpa de nada. Resguardémonos de la lluvia y luego pensaremos, porque estamos muy alterados todos- interrumpió Theon.

- No te metas- dijeron al unisonó Daryl y Fayra, fulminándose con la mirada.

- Chicos tiene razón, relajémonos- dije apoyando a Theon.

Mis dientes castañeaban por el frio.

- ¿Y tú qué haces? - me preguntó Dhara, con una ceja enarcada, al verme en los brazos de Calix.

- Me he hecho daño- contesté.

- Ah- dijo Theon.

- ¿Nada más? ¿No me vais a preguntar si estoy bien? - pregunté ofendida por su poca preocupación.

- Si estás viva y coleando, es porque estas bien- contestó Daryl.

- Sigamos el camino- mandó Calix.

Todos estuvieron de acuerdo y aun con las pocas gotas que caían, empezamos nuestra travesía en pie, bueno la de ellos, claro, yo estaba en los brazos de Calix.

- ¿Te importa masajearme la pierna? Es que me duele- le pregunté en broma a Calix.

- Y de paso te limpio las botas- dijo irónico.

- Si no te importa- dije con una sonrisa divertida y encogiéndome de hombros.

Éramos los últimos por lo cual los demás estaban por delante sin prestarnos atención. Lancé mi cabeza hacia atrás dejando mi cuello expuesto cansada, y entonces sentí unas cosquillas en él, era la nariz de él que movía mi collar, el que una vez le había llamado tanto la atención.

- Te lo regalé yo- lo dijo tan sutil y dulce, que sentí que nos habíamos quedado solo él y yo.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora