Capítulo 37

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Me alejé enseguida de Oscar esperando una reacción por su parte para protegerme, pero se miró la mano indiferente. Alzó su mano y agarró la empuñadura de la daga sacándola de su mano sin que ninguna mueca de dolor pasase por su rostro. Con la daga en mano se lamió los labios lentamente y tiró esta al suelo, llenando la estancia del sonido de la daga contra el suelo.

- Hija mía, ven conmigo y no te hare daño- me dijo, extendiendo su mano hacía mí.

Mis labios temblaron y miré a Calix que se acercaba hacía nosotros.

El puño de Oscar se cerró fuertemente y el cuerpo de Calix chocó contra la pared violentamente. Grité de la impresión y adelanté el primer paso para correr hacía él, pero algo se interpuso entre nosotros, parecía una pared invisible que no podía traspasar. Golpeé con el puño esa curiosa pared con rabia.

- Para- ordenó esa voz detrás de mí, pero no le presté atención.

Seguí golpeando mientras veía como Calix se intentaba levantar con la ayuda de Daryl y con el labio sangrando.

De pronto empecé a sentir que me ahogaba y entonces entendí que Oscar estaba usando sus poderes conmigo. El aire no llegaba a mí y mis manos instintivamente tocaron mi cuello, buscando el oxígeno que me faltaba. Caí al suelo agobiada mientras veía como Calix corría hacía mí, cuando notó el muro se agachó delante de mí y empezó a decirme cosas que no entendí. La vista empezó a fallarme y para cuando estuve a punto de cerrar los ojos el aire volvió. Después de unos segundos volví a ver todo con claridad.

- No quería hacer eso, pero me has obligado- dijo Oscar.

Una mueca de asco cruzó mi rostro y lo miré.

- ¡Yo no te he obligado a nada! ¡Casi me matas! - grité escandalizada.

- Escúchame hija...- lo interrumpí.

- Deja de llamarme hija- le ordené.

- Si me interrumpes, lo mato- dijo señalando a Calix que estaba al otro lado.

Un hilo de sangre bajaba por una de las comisuras de sus labios, su pelo estaba más desordenado que de costumbre y uno de los mechones le acariciaba la mejilla sutilmente, el sudor caía por su frente y por su expresión por primera vez lo vi más claro que nunca, estaba tan asustado que el corazón se me ablandó. Le sonreí intentando tranquilizarlo, aunque sabía que no lo lograría.

- Ven conmigo, los dejaré marcharse con vida si te quedas conmigo.

Cuando acabó la frase escuché a Calix gritar que ni se me ocurriese hacerlo.

No quería que murieran, se habían convertido en personas tan importantes para mí, cada uno de ellos. Y Calix, no sabía cómo describirlo, solo sabía que sentía algo tan fuerte por él que solamente imaginarme su cabeza rodar por los suelos me arrugaba el corazón y me dejaba sin respiración.

- ¡Ni se te ocurra Aerilyn! - gritó Calix repetitivamente desde el otro lado.

Me acerqué a la pared invisible a simple vista, y me agaché delante de él, alargué la mano y puse la palma abierta, él lo entendió e hizo lo mismo. Una lagrima bajo por mi mejilla.

- Te he esperado todo este tiempo, no te vuelvas a ir- dijo él con la voz entrecortada.

- Te amo- le sonreí por última vez antes de girarme hacía Oscar.

- Vamos- dije.

Los gritos detrás de mí de Calix me hicieron temblar de cabeza a pies, pero esto era por él, por ellos.

- Buena decisión, hija.

Deje pasar otra vez que me llamara hija porque ahora solo podía pensar en lo mucho que me dolía el corazón. Miré a Dhara a un lado donde lloraba y con los labios sin decir nada gesticulé:

"Lo siento"

Lloró más fuerte y yo seguí a Oscar.

Delante de mí Oscar andaba hacía una de las puertas que te llevaban fuera del comedor. Miré sus pies sin querer levantar la cabeza, pero entonces se paró de golpe y levanté la cabeza.

Los muros invisibles cayeron y todos comenzaron a correr hacía nosotros. Oscar cayó al suelo boca arriba y me acerqué a él confusa. Sangre empezó a salir de su boca y sus ojos empezaron a cerrarse con lentitud.

Aun mirándolo sentí los brazos de alguien rodearme por detrás, Calix dejó un beso en mi cabeza y escondió su cabeza en mi cuello.

- ¿Qu-Qué? - pregunté aún en shock.

- Calla, calla- susurró apretándome más entre sus brazos.

Su pecho no paraba de subir y bajar con agitación.

- Lo hiciste- murmuró Daryl mirando a Calix.

- Alguien tenía que hacerlo- murmuró este otro.

- ¿Qué hiciste? - preguntó Fayra con la boca abierta.

- Hundí la daga en veneno.

Éramos libres. Me había quedado con muchas dudas y preguntas que no habían sido respuestas, pero ya me daba igual.

Él ya estaba muerto.

- He sentido pánico de pensar que volvería a pasar. - murmuró Calix para mí – Tenía miedo de volverme a sentir solo.

- Nunca te dejaré solo- dije girándome para agarrarle la cara con las dos manos.

Sus ojos azules brillaron.

- Somos libres.


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Se acabó. Este ha sido el último capítulo, pero aún queda el epilogo que será publicado entre hoy o mañana. Espero que os haya gustado la historia tanto como a mí escribirla. 

Gracias por haber llegado hasta aquí <3

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora