Capítulo 2

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Abu había dejado las presentaciones, por lo cual arrastro una de las sillas situadas en la sombra para ponerla en medio del lugar. Más serio que nunca se sentó y se estiro para tener una posición más cómoda.

- ¡Felicidades hijos míos! - el silencio se extendió por unos cuantos minutos hasta que Daryl lo corto.

- Viejo dinos ya que está pasando- dijo con enojo.

Abu lo miró fijamente y acabo rodando los ojos, como si no pudiese controlarlo.

- Bueno, empezare por el principio...- se rasco su barbilla pensativo- Vosotros tenéis padres, tenéis una familia, que no tiene nada que ver conmigo.

Eso me dejo descolocada, había escuchado hablar sobre la familia y el significado se acoplaba perfectamente a Abu, eso era, para mi Abu era mi familia. ¿Pero, padres? Eso no lo había escuchado, no sabía que era.

- ¿Y eso es? - pregunté avergonzada al ver que los demás se giraban hacia mí.

- Son las personas que te traen al mundo y los que te crían, la mayoría de veces- Theon dijo mirando con reproche a Abu.

- Prosigo, vivimos en un reino uno que desconocéis, que tiene una belleza hipnótica pero un defecto y vosotros fuisteis criados por mi para arreglar ese defecto- siguió Abu.

Estaba temblando de pies a cabeza y no sabía cómo controlarlo, no entendía a que venía todo eso.

- ¿Qué defecto? - pregunto Fayra.

- ¿Recuerdas Theon lo que estudiamos en la penúltima clase? – pregunta Abu.

- Obvio, era sobre las crías de dragón y los tipos, además de sus maneras de matarlos, molestarlos, atacarlos y alimentarlos- dijo rápidamente Theon.

- Así me gusta. Pues en este nuestro reino, una bestia como lo es un dragón nos amenaza constantemente, por ello muchas de las criaturas mágicas estuvieron en la obligación de marchar desprotegiendo a los humanos. Y nuestros reyes un día decidieron que estaban cansados, que no seguirían alimentando a la bestia que se comía todos sus alimentos y hasta humildes cultivadores.

Se me pusieron los pelos de punta a medida que explicaba.

- Por ello, ellos me buscaron y me pidieron arrodillados ante mi que debía ayudarles y yo acepté prometiéndoles la libertad de nuestro pueblo. Y vosotros sois el fruto de aquella promesa.

Todos quedamos en silencio.

Mi cabeza zumbaba y me repetía que no podía ser. En parte debería haberlo visto venir, ¿porque si no Abu iba a pasar tantas horas entrenándome? Obligándome a seguir una dieta estricta, unos entrenamientos que venían del mismísimo infierno y obligándome a aprender cada día algo nuevo. Ese era el resultado, todo aquello había sido para lo que se nos venía encima.

Una voz interrumpió los pensamientos de cada uno de nosotros.

Calix se levantó de su taburete e hizo un pequeño ruido con su boca.

- ¿Y cómo vamos a conseguir matar a un dragón? - su voz era tan fría como el hielo.

- Os he enseñado lo adecuado a cada uno de vosotros, lo conseguiréis.

- ¿Y ahora que tenemos que hacer? ¿Asumir que nos has criado como un arma? ¿Que seguramente tenemos una familia ahí fuera y que no podremos conocerla jamás? - su voz estaba llena de resentimiento y fastidio.

Abu iba a abrir la boca cuando Daryl se levantó y se acercó a Calix poniéndose a su lado de brazos cruzados.

- Tiene razón. ¿Por qué crees que lo haremos? - dijo casi escupiendo Daryl.

- Porqué es vuestro destino, habéis sido criados para esto- su voz empezaba a subir de tono.

- Un destino que no hemos elegido- completo Calix.

Cuando iba a seguir la discusión uno de los guardias se acercó a Abu y le susurro algo cambiando por completo las facciones de Abu.

- Aquí acaba la conversación, mañana por la mañana os quiero a todos en el salón para desayunar juntos.

Y antes de que respondiésemos ya se había marchado fuera del patio.

Todos empezaron a moverse a sus habitaciones y yo hice lo mismo, iba la última sumergida en mis pensamientos. No quería hacer esto, no quería luchar contra nadie, no quería pensar que alguien tan importante para mí como era Abu me había estado criando simplemente para un fin. No estaba preparada para matar a un dragón y lo tenía presente.

Giré la esquina para seguir ya de lleno hacia la puerta que te llevaba al interior de los 4 muros, cuando un cuerpo se interpuso en mi camino y me hizo parar.

Miré a Calix, sus facciones indiferentes se habían borrado ahora simplemente un brillo se cernía en sus ojos azules.

- ¿Te acuerdas de mí?

Fruncí el ceño.

- No...

Era extraño que preguntara aquello cuando hacía unos minutos nos acababan de presentar a todos por primera vez.

- Ya veo.

Su cara volvió a la indiferencia de antes y se marchó metiéndose las manos en los bolsillos.

¿Lo recordaba? No, claro que no. Si lo hubiese conocido tenía claro que ahora mismo me acordaría de él, nunca había visto a un niño de mi edad, así que era imposible que lo hubiese conocido en algún momento.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora