¿Por qué?

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-¿...Saeran?

No podía creerlo, ¿qué hacía mi hermano en este lugar? Me llené de pánico y me era imposible centrar mi cabeza en lo que estaba pasando. Mi mente estaba paralizada, como si hubiesen quitado la electricidad que alimentaba una enorme computadora. Casi podía escuchar una alerta de emergencia.

Un sonido me regresó a la realidad. La puerta se había abierto, o más bien, alguien la había abierto.

Sentí unas manos empujarme con furia hacía donde estaban Kyung y V. No pude evitar mi caída, sentí un dolor agudo en ambas rodillas, seguramente empezarían a sangrar. El dolor nunca llegó, el dolor físico no lo hizo, pero si el emocional. Para mí, el mundo había dejado de rotar y el oxígeno había dejado de fluir.

De rodillas, sentí algo recargarse contra la espalda y empujarme fuertemente contra el piso, mi cuerpo no reaccionó.

Tendido en el sucio suelo del sótano alguien giró mi cuerpo, quedando frente a frente con la persona que estaba lastimándome. No quería creerlo.

Aquellos ojos que alguna vez me miraban con tanto amor y anhelo, ahora me veían con una furia mal contenida y con el mayor odio que nunca había presenciado.

Mi hermano tenía una expresión que nunca había visto, por alguna razón, su rostro estaba desfigurado por el odio, odio dirigido hacia mí.

Levantó una de sus manos, cerrándola en un puño, lo dirigió a mi rostro. Sentía los golpes venir, uno tras otro, pero seguía sin sentir el dolor. ¿Estaba imaginando todo esto? ¿En algún punto del viaje había perdido la consciencia y estaba teniendo pesadillas?

-Ra---Saeran, por favor detente...

Giré el rostro hacía ella. Se había acercado a mi hermano y había tomado su puño, para detener el golpe que se aproximaba.

Mi hermano enfureció aún más. Con fiereza, dio un manotazo hacia ella y la empujó. Antes de caer al suelo, V la sostuvo por los hombros.

-Saeran, ella no tiene nada que ver con esto.

Esperé que mis palabras hicieran un leve eco en mi hermano, pero fue lo contrario.

Redirigió sus ojos hacia mí e hizo una leve sonrisa. Una sonrisa que nunca esperé ver de él, era la misma que vi en nuestra madre cientos de veces después de golpearlo. Una sonrisa llena de rencor, dolor y culpabilidad.

-Cállate... ¡Cállate, Cállate, CÁLLATE, CÁLLATE, CÁLLATE!

Sentí otro golpe.

-No tienes.

Con cada palabra que salía de sus labios, un nuevo puñetazo también.

-Derecho.

Otro y otro.

-De dirigirme la palabra. Maldito...

Me sentí desvanecer.

-Mentiroso.

Pero no lo haría.

-Traicionero.

Si ser golpeado por él lo hacía sentir mejor...

-¡Te odio!

Entonces no me dejaría desvanecer.

-Saeran.

Con obediencia, detuvo sus golpes y se alejó lentamente de encima mío. Segundos después, sentí la calidez de las manos de Kyung sobre mí. Levantó mi cabeza y la sostuve en sus rodillas, mientras susurraba palabras que sonaban incomprensibles.

Mi complemento [Saeyoung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora