CAPÍTULO 20

365 37 17
                                    

Rodrigo deja a un lado el libro con suma delicadeza. Se levanta cuando está suficiente cerca de Leo se lo lanza.

Él saca de la bolsa negra un paquete mediano. Lo agita cercándolo a la oreja como si quisiera oír algo, pero nada, ni un solo ruido. Sin tener cuidado aprieta el paquete. Tampoco obtiene nada con esa acción, ni siquiera alguna protesta de Gabri quien lo mira con una sonrisa. Leo entrecierra los ojos y empieza a abrirlo, cuando ve lo que es chilla como una adolescente fan de un grupo de música cuando un integrante del grupo saluda a la multitud y piensa que le saluda a ella.

– ¡No me lo creo! – exclama mientras agita el regalo. Creo que no soy la única que no pilla nada, Nessy mira tanto a Leo como a los otros chicos que entienden todo y se ríen. – Me lo voy a poner ya – suelta antes de salir corriendo por la puerta a otra habitación.

Darío saca su teléfono y con la cámara apunta a la puerta listo para grabar y sacar fotos. No tarda más de dos minutos en volver a aparecer. Todos reímos tras ver el outfit de nuestro amigo. Ha cambiado sus pantalones y sudadera por un pijama de esos que son enteros... normalmente son de unicornio o personajes de películas, pero no, Leo luce orgulloso su nuevo pijama de morsa.

Lo lleva con tanto orgullo que finge ser un modelo y caminar moviendo las caderas exageradamente hacia nosotros.

– Eres el mejor – dice colgándose de los hombros de Gabri y esparciendo besos por toda su cara.

– Ahora no se lo va a quitar – dice Nessy metiéndose él. – Amanda, en el instituto de ricachones, ¿permiten ir así vestido?

– Claramente que me va a dejar ir así, es el mejor look del mundo – responde Leo por mí con tono de diva. – Mi turno para el regalo.

Camina con su pijama hasta donde estaba sentado y coge una bolsa de lunares bastante grande. Se vuelve a acercar a Nessy quien con temor acepta la bolsa. Abre con cuidado la caja y unas cuantas lágrimas se le acumulan a Nessy en los ojos y pestañea rápido para evitar que salgan.

– No puedo aceptar esto, Leo – dice con voz un poco rota. – No puedo aceptar un tocadiscos – dice mirándolo a los ojos. – Es muy caro. Mira el resto de los regalos... Son cosas simples, pero esto...

– Quiero que te lo quedes Nessy – dice levantando su cara con su mano en la barbilla de la chica – Se lo que ha costado, yo lo he comprado, y quiero que lo tengas tu. Puede que mis regalos, los de Amanda y los de Érick sean más caros, pero ¿crees que no estoy feliz con mi nuevo pijama? No sois menos personas si vuestros padres no tienen tanto dinero como nuestros.

– Nunca podré regalarte algo así – contesta sorbiéndose la nariz. Leo ve que es batalla perdida y decide no decir más, pero la abraza con cuidado para no estropear el tocadiscos. – Gracias.

Nessy se quita las lágrimas de los ojos cuando Leo y ella se separan. Deja con cuidado su regalo en el suelo y sin levantarse de su sitio estira su brazo hacia Érick.

– No tenía ni idea que regalarte, eres la persona más difícil de regalar – dice Nessy – Espero que te guste.

Érick, quien tengo al lado, abre el regalo sin mucho cuidado, pero sin llegar a dañarlo en su interior. Miro el dibujo de la caja. Es un avión de madera, muy parecidos a los que tiene en su habitación. Érick se queda sin palabras, solamente observa su regalo con un brillo especial en los ojos.

– ¿Cómo lo has conseguido? – pregunta con entusiasmo.

– Un chaval de mi instituto me dijo una tienda de cosas de esas. Estaba a punto de cerrar, eso era lo único que le quedaba de madera, ¿por?

– Llevo años buscando este avión. Es muy difícil de encontrar, sobre todo de esta marca. No fabricaron muchos. – mira atentamente la caja antes de volver a girarla para leer las millones de letras que hay atrás. Son pequeñitas, negras y en muchos idiomas. – Muchas gracias – se levanta y le da a Nessy un abrazo, justo antes de separarse le da un beso en la mejilla.

Érick vuelve a sentarse en sitio mientras que Rodrigo coge la caja y la examina.

– ¿Qué es esto? – pregunta agitando la caja que suena por el choque entre las piezas.

– ¿Tan zoquete eres? – pregunta Darío sin dejar responder a Érick – Son de esas maquetas que hacen los viejos que se han jubilado – explica dándole en el cogote. El otro chico parece comprender el regalo de Érick y asiente con una sonrisa de orgullo por su descubrimiento.

– Mi regalo – dice Érick tras escuchar la discusión de los otros. Gira todo su cuerpo hacia mí y del bolsillo de su sudadera casa una pequeña bolsa de tela negra que está cerrada por arriba por dos lazos plateados. Cojo la pequeña bolsita que cabe en mi mano y la miro con admiración. Es el primer regalo de un amigo. Puede que suene infantil o muy tonto; pero solo he recibido regalos de personas que no eran mi familia, excepto Roberto y Cristina, por etiqueta y no por desear regalar algo.

Lo siento demasiado tarde, después de poder hacer algo, mis mejillas se han sonrojado tras acariciar la suave tela que esconde el regalo de Érick. Con dos de mis dedos y algo de dificultad la abro. La dejo en mi regazo una vez abierta y saco cuidadosamente tirando de la cadena un medallón de plata.

Es redondo y tiene grabados unas flores, no sabría decir cuales son, pero todas son preciosas. Veo como la mano de Érick se acerca al medallón y con un movimiento rápido abre el medallón. No recuerdo como respirar cuando veo la foto que hay dentro. Fue unas de esas veces que nos quedamos para dar una vuelta y tomar algo por ahí, algo que en pleno otoño puede ser chafado por unas pocas gotas de lluvia. Nosotros no nos cruzamos con ese par de gotas, sino con el diluvio universal. Para recordarlo Nessy sacó una foto. Ella posaba mientras sacaba la foto, Leo a lo lejos junto a Darío posaban para la foto haciendo el símbolo de la paz con las manos y sonriendo como bobos. Gabri y Rodri se escurrían la camiseta y junto a ellos estaba yo escurriéndome el pelo. Érick tenía una mano en el pelo mientras se lo sacudía.

"La familia que escogiste..." es lo que está grabado en la parte interna de la tapa.

– Gracias – mi voz apenas es audible.

– Te lo pongo – se ofrece Érick. Coge la cadena de mi mano y abre el broche que tiene y pasa la cadena cuidadosamente por mi cuello. Se acerca mucho a mi para ver bien el enganche. Siento el peso del collar cuando está puesto; Érick no se aparta de inmediato, sino se acerca un poco más a mi oído y con voz ronca me susurra: – Tu nos elegiste, nosotros te elegimos a ti.

MI PRINCESA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora