Salir de la casa sin que nos descubran ha sido misión imposible, pero lo hemos logrado. Nos asustamos mucho cuando la tía Gloria nos encontró en la entrada, pero iba tan borracha que lo único que hizo fue apretarnos las mejillas como a un niño pequeño, esa mujer necesita urgentemente una vida.
– ¿Crees que se le escape a Gloria que nos ha visito? – pregunta mi hermano preocupado, no quiere que ahora que volvemos a ser una familia todo se vaya al garete.
– Seguramente ha vuelto al salón y se ha olvidado de nosotros en cuanto ha visto otra copa de vino – aseguro mirando la pantalla de teléfono. No he recibido más mensajes ni llamadas por parte de la madre de Érick.
– ¿Le quieres? – pregunta cambiando de tema.
– No sé si le quiero, pero es importante para mí – explico. ¿Quiero a Érick? Me pregunto mentalmente como un mantra.
– Para Emil también eres importante – dice poniendo el intermitente al coche para marcar su dirección. Ya casi estamos en su calle, unas manzanas y ya estaremos.
– Érick. Se llama Érick – repito cansada, sin embargo, mi hermano solo me da una mirada rápida que significa que no se llamará así. Pongo los ojos en blanco y no replico, batalla perdida. No hay tráfico por el día que es y las horas que son, las doce menos tres minutos.
– Yo también haría esto por Emily si fuera necesario. Cogería un avión ahora mismo si es necesario, solo porque ella me necesita – reflexiona en alto mi hermano entrando ya a la calle de Érick.
No espero a que mi hermano frene del todo, abro la puerta para bajarme y tocar el timbre. La gran verja se abre y yo solo camino hacia la puerta principal que se abre, desde lejos no puedo distinguir bien el rostro de quien es, pero por su pequeña altura sé que es Clara.
– ¡Hola Amanda! – saluda con entusiasmo sin esperarme ver hoy, y tal vez todas las navidades. – ¿Has venido a ver a Érick? Mamá y papá dicen que esta malito y que necesita muchos abrazos. Tú puedes darle muchos abrazos – su vista se dirige detrás de mí. – ¡Hola! Soy Clara, ¿Tú?
– Soy Javi – se presenta – El hermano mayor de Amanda.
– Clara – llamo su atención – ¿Dónde está Érick? Quiero ir a darle abrazos si está malito.
– En su habitación – me indica señalando el interior de la casa. – ¿Sabes jugar a las muñecas Javi? – es lo último que escucho de la conversación.
Subo las escaleras sin problemas y cuando llego al pasillo donde están las habitaciones me encuentro al resto de la familia. Ellos se giran en cuanto suelto un débil saludo. Se acercan a mí con una sonrisa, algo cansada, pero una sonrisa.
– Amanda, no hacía falta que vinieras, seguro que estabas con tu familia y... – no la dejo continuar, no puedo hacerle creer que ha estropeado una gran fiesta.
– Mi familia es algo complicado, no te preocupes por ello – aseguro. – Clara me ha dicho que está en su habitación – digo intentado saber que hacer a continuación.
– Ha tenido un intento de ataque de pánico después de que os pusierais en contacto – habla su padre. – Hace mucho que no está así. Gracias por venir, Leo también lo ha hecho, pero no ha conseguido nada.
– Yo no sé si seré capaz de hacer algo, pero quiero ayudar.
No se dice nada más, simplemente entro a la habitación. Si comparo la última vez que entré a su habitación y ahora solo podría definir el cambio como desorden. Hay una montaña de ropa en la silla del escritorio, el cual está lleno de papeles. También puedo ver, con la poca luz que hay por una lampara de noche, su nueva maqueta, está encima de todo el desorden para que no se rompa, tiene un carrete de hilo a su lado, seguramente para colgarlo del techo y que parezca que vuela de verdad. Miro la estantería que me llamó la atención la última vez que vine. Se parecía tanto a la mía que fue inevitable no fijarme en ella. Esa estantería que antes solo tenía un pato ahora está vacía, pero lo encuentro cuando doy la vuelta a la cama para hablar con Érick. El pato descansa entre los brazos de su dueño como si fuera un tranquilizante o una mascota de ayuda.
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MI PRINCESA PERFECTA
Teen Fiction- Soy un monstruo - dice abrazándome. - Te he asustado, no debería haberte empujado. - Estabas en pleno ataque de ira - le digo compresivamente. - Solo me he asustado, no ha pasado nada Érick. - Estoy roto, Amanda - dice mirándome. - Muy roto. - Y...