CAPÍTULO 36

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La denuncia ya está hecha. Hoy por la mañana fui hasta la comisaría acompañada por mis padres. Ayer mi madre vino corriendo cuando mi padre se lo contó para comprobar si estaba bien y porque no le conté nada. Érick desapareció cuando mi madre llegó a abrazarme, yo solo le vi salir por la puerta de mi habitación después de despedirse con la mano y una sonrisa muy forzada en los labios. Tampoco fui a clase hoy, pero mañana iré sin falta. Es ir a clase o que Leo siga llenando mi móvil de mensajes de preocupación y diciendo que Érick no ha contado nada. Solo le he dicho que he tenido problemas con Sebastián, como esperaba me después ha empezado a mandar miles de insultos contra él sin saber qué es lo que pasó, le he prometido que hoy hablaría con ellos. Por eso Nick y yo estamos en el coche de camino a casa de Darío.

Mis padres divulgaron un poco los hechos al personal de la casa para evitar contactos indeseados. Cristina me abrazó como mi segunda madre que es; Roberto me cogió de la mano y la apretó haciéndome saber que estaba ahí si lo necesito. Nick tenía miedo de tocarme, pero esta mañana cuando volvimos de la comisaría le choqué el puño, es lo que de momento puedo hacer con el género masculino. Mi padre quiso volver a ponerme a Roberto de chofer, pero le supliqué que lo dejara todo como estaba, Nick sabe que ahora mismo soy muy reacia al toque y él ha estado respetando eso sin problema. Que lo defendiera tanto hizo que, aunque con mucho esfuerzo, convenciera a mi padre para quedar con mis amigos si Nick se quedaba conmigo. Obviamente antes de todo hablé con Darío, le dije que era la única manera de ir, su repuesta me sorprendió. "¿Es el que se acostó con Rodri?". Yo confirmé todo y me contestó diciendo que todo perfecto y que la cosa se volvería interesante. No sé exactamente que quiso decir, ¿todo entre Nick y Rodri está bien? Era solo una noche, ¿no? No me he atrevido a preguntar a nadie sobre esto.

– Es aquí – anuncia Nick aparcando. – Te esperaré hasta que salgas.

– No voy a hacer que esperes aquí – fruncí un poco el ceño. – Está frio, estaré dentro algunas horas y no quiero que esperes aquí solo. Pasa – veo como hace amago de contestar – He hablado con el propietario de la casa, no importará.

Otra cosa que he aprendido de Nick son sus modales ingleses, siempre en hora y respetuoso. Veo como duda cuando estamos más cerca de la casa.

– Estaré en una esquina – asegura antes de que toque el timbre. Esperaba que abriese Darío, pero en su defecto lo hace Rodrigo. Los miro una y otra vez. Si tengo que comparar no sabría quién de los dos está más pálido o quien abre y cierra la boca como un pez más veces. Nick carraspea un poco antes de saludar. Su voz sale un poco más aguda de lo normal, lo mismo pasa a Rodri cuando nos quiere devolver el saludo. Oigo como desde dentro preguntan si soy yo, deben de estar todos ya. Rodrigo parece volver en sí y nos deja pasar. Hay tanta tensión que juraría que puedo verla.

– ¡Morena! – Leo se levanta y viene a abrazarme. Antes de que llegue a tocarme dos brazos se interponen entre él y yo. A mi derecha está Nick, y tal como le han dicho mis padres ni un solo contacto con nadie, y como le he contado mi historia de camino aquí ha dicho que lo va a cumplir al pie de la letra. Cuando miro a mi izquierda veo a Érick, tiene extendido el brazo para que Leo no llegue a tocarme. No le había visto llegar a mí. Vuelvo a mirar a mi amigo que no entiende la situación, y unos metros más allá los demás tampoco lo hacen.

– Lo siento Leo – me disculpo con el corazón en la mano – pero ahora no estoy muy cómoda con el contacto masculino. No después de lo que me ha pasado.

Veo como su cara se pierde en la duda, sin embargo, con los ojos llenos de tristeza da unos pasos para atrás respetando mi espacio. Las dos manos que me protegían se apartan. Nick y Érick comparten una mirada, no dicen nada, pero siento que se están diciendo todo.

– ¿Yo...? – se atreve a preguntar Nessy mientras se acerca a nosotros. Tuerzo un poco la cabeza no sabiendo como iba a reaccionar a ella, pero que podíamos probar. Con temor ambas nos acercamos. Nuestro abrazo se siente natural, no hay tensión. Me permito soltar alguna lágrima, cuando Nessy me escucha sorber mi nariz me pega más a ella y yo la pego a mí. Cuando nos separamos ella me examina la cara buscando algo, pero ahora mismo lo único físico que tengo de recuerdo son los moratones en la cintura. – ¿Quieres sentarte con nosotros? – me pregunta señalando un colchón en el suelo con mantas y cojines. Asiento decidida.

Despacio me siento en un borde. Érick rápidamente vuelve a colocarse a mi lado, en el que no está Nessy. Leo se sienta con la mirada triste a su otro lado mientras los demás se acomodan en circulo delante de nosotros. Sin poder evitarlo veo como Nessy entrelaza los dedos con Leo y le da un apretón de apoyo. Por último, veo a Nick sentándose en una silla alejada poniéndose los auriculares y enchufándolos a su teléfono para darnos nuestra privacidad, ya está bastante incomodo dentro de la casa, no voy a presionarle a hablar con los demás. También me fijo que no soy la única que le estoy viendo.

– Fue hace unos días – empiezo a explicar, ahora cuanto más lo cuento menos duele. Siento que más lo supero, porque cuando lo digo en voz alta me enfrento a él. No soy una voz tan importante como un ganador del novel de la paz o un físico anunciando la destrucción de nuestro planeta, pero soy una voz débil que se suma a otra para acabar con todo lo que me ha pasado y lo que pasan a muchas personas más. – Era por la noche y de camino a casa me crucé con un compañero nuestro, Sebastián. Lo expulsaron del instituto por tocarme en una excursión. Cuando me lo crucé volvió a ocurrir lo mismo. No pasó a mayores gracias a Dios, pero él me ha asegurado que sí lo hará la próxima vez – nos quedamos en silencio.

– ¡Que hijo de puta! – suelta Nessy cabreada, muy cabreada. – ¿Has hablado con la poli?

– Sí, ya he hecho todo lo que puedo hacer – no me apetece explicar todo lo que he hecho esta mañana con los oficiales. – Siento mucho lo de no poder tocaros...

– ¿Qué dices Amanda? – me corta Gabriel. – No pidas perdón por algo que solamente tiene culpa le imbécil de tu compañero.

– Lo superarás Amanda – la voz de Leo suena con dolor. – Y ya verás que dentro de nada volveremos a abrazarnos como siempre.

– Podemos ayudarte cuando estés preparada – añade Darío – Podemos darte la mano o abrazarte cuando estés mentalmente preparada y te vuelvas a acostumbrar al contacto físico.

– No estás sola Amanda – dice Nessy – Puedes confiar en nosotros.

– Cuando lo necesites, aunque solo sea escucharte – ofrece Gabri – te escucharemos sin problemas.

– Si vas sola por la calle, si es de día incluso, puedes llamarnos e iremos hablando contigo mientras tanto – dice Darío.

– Gracias – digo mirándolos a todos. Yo, que no puedo ahora mismo tocar a la mayoría, no tengo lo suficiente para agradecer todo lo que harían por mí. Veo como Leo estira la mano hacia dentro del grupo. Darío se suma después poniéndola justo encima de ella. Uno por uno dejan sus manos en la torre de manos. Nessy es la última en poner la mano para que yo tenga contacto solo con ella.

– Siempre juntos – dice el Leo bromista con voz grave impulsando las manos hacia arriba como hacen los equipos de futbol americano en la películas justo antes de un partido. Todos reímos. El ambiente de la mala noticia se ha esfumado y ha vuelto el de siempre.

– Juguemos a algún juego de mesa hasta que llegue la nueva novia de Darío – dice Gabriel levantándose a rebuscar en el mueble de debajo de la televisión. De allí saca una caja, pero no sé qué juego es, nunca lo había visto. – Habrá que hacer equipos – pasa una mirada contándonos y después se gira hacia Nick que sigue en la silla con el teléfono en la mano. – ¡Hey! – el chofer se da por aludido y levanta la cabeza. – ¿Juegas? – Nick analiza el juego que hay sobre la mesa y después me mira a mí, que le respondo con una mirada de: "me da igual". – Necesito un compañero, jugamos por equipos.

Por último, observa unos segundos a Rodrigo antes de asentir. Cuando están todos sentados Gabri presume de que ellos ganarán mientras que Leo lo niega repetidas veces haciéndonos reír a los demás. Y así, un día cualquiera veo que he elegido a las personas correctas en mi vida.

MI PRINCESA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora