CAPÍTULO 27

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La información que tengo ahora rebota de un lado al otro en mi cabeza. ¿Cómo es esto posible?

– Las pruebas de ADN no fallan, ¿no? – pregunto sentada al lado de Nick. Ambos seguimos quietos sin saber movernos. – ¿Se lo dirás?

– Yo... – empieza Nick – siempre he deseado encontrarlo y ahora lo tengo tan cerca... desde que llegué me ha cuidado y explicado todo con cuidado. ¡Incluso hemos salido a tomar algo después del trabajo! – se lleva las manos al pelo y lo sacude violentamente. Con cuidado me acerco a abrazarlo sin levantarme del suelo. Él también me envuelve entre sus brazos, cuando parece estar cómodo suelta un sollozo. – Se burlaban de mí. En el colegio y en el instituto. Yo no tenía un padre porque me abandonó, o eso fue lo que dijo mi madre delante de todos... ¿Qué hice mal para que me dejara? No había ni nacido... Yo lo necesitaba, y lo sigo necesitando...

>> Mi madre ha encontrado a otro hombre, además rico. Hace unos días, cuando me llamó me dijo que quería hacer con mis cosas de allí, que las iba a tirar. No tengo donde volver, Amanda, no tengo nada, solo cajas llenas de juguetes. Ni siquiera tengo amigos que me acojan cuando se termine mi contrato.

– Eso no es verdad – le digo separándolo un poco para mirarlo – me tienes a mí.

– Gracias – dice volviendo a apoyar su cabeza en mi hombro. – Feliz Navidad, señorita jefa.

– ¿Cómo te tengo que llamar? ¿Chófer? ¿Sirviente? ¿Esclavo? – pregunto de broma, su cuerpo vibra por su risa. – Tengo algo para ti – digo cuando dejamos de reírnos. – No te muevas, voy a por ello.

Me levanto y voy en busca del regalo que le compré. No es muy valioso, pero creo que le gustará. Me cuesta sacarlo del armario por su tamaño, pero cuando lo consigo vuelvo con cuidado a donde estábamos. Ahí me espera Nick sin moverse, pero ahora no hay un rastro de lágrimas, de hecho, parece que no ha llorado hace unos minutos. Sus ojos se abren más cuando llego con el regalo, debe ser por los diferentes estampados de los papeles de regalo que lo envuelven.

– Ábrelo – ordeno a Nick dejando el regalo a mi lado. Es casi tan alto como yo. Se levanta apoyándose contra pared intentando que lo absorba e intentando no acercarse mucho a mi regalo. Con cuidado rompe el papel de regalo de dos estampados diferentes y continúa abriendo mi regalo con el mismo cuidado. Cuando el papel que lo envolvía cae al suelo da un paso atrás por la impresión. – Lo encontré por ahí y me acordé de ti.

– No tenías porque... – agradece acariciando la tela tensa.

– ¿No lo quieres? – le pregunto maliciosa.

– No te pases, Amanda, un regalo no se devuelve – dice como un niño pequeño a quien directamente le están intentando quitar su nuevo regalo. – Me lo voy a quedar. Gracias.

El maniquí de costura negro masculino y su base está a nuestro lado. Nick me contó hace tiempo que siempre ha querido deseñar, tanto para hombres como para mujeres, pero nunca ha podido cumplir ese sueño.

– Esto es lo que quieres hacer. Sigue soñando – le digo mientras le abrazo fuerte. – Feliz Navidad.

– Yo no tengo nada que darte... – dice un poco triste. – Bueno, si tenía, pero no puedo regalarte eso ahora...

– Me encantará – le digo levantando su barbilla para que deje de mirar el suelo y me mire a mí. "No lo has visto" añade en algo parecido a un gruñido. – Pero me lo has regalado tú. Un amigo, eso ya es importante.

– Ven – dice. Entre los dos cogemos el maniquí y lo llevamos a donde sea que Nick nos esté llevando. Reconozco el coche personal gris de Nick cuando las luces se encienden por haberlo abierto. Abre el maletero donde encuentro una bolsa rosa. – Es para ti.

MI PRINCESA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora