– ¿Y no hubo beso? – pregunta Nessy, por su tono diría que está enfadada, y mucho.
– Mi hermano vino y nos interrumpió – le vuelvo a repetir también un poco molesta de no haber besado a Érick. – Créeme que me duele más a mí que a ti.
Suspira echando su cuerpo hacia atrás para quedar tumbada en la mesa del bar. Lo chicos nos han dicho que ya vienen de camino, que hoy era su "día de hombres" pero mi amiga toda firme les ha dicho que o vienen a ensañar o que mañana no tocan.
– ¡No! – grita de repente levantándose de la mesa y empujando una silla a mi lado algo flojo, pro suficiente para liberar tensiones. – ¡Por qué? – Me río de ella y su cara de frustración, ya he perdido la cuenta de cuantas veces ha hecho esto. – ¡No lo entiendo!
– Darío seguro que te explica las mates si no las entiendes – hace aparición Leo intentando resolver los problemas de Nessy. – Ya estamos aquí.
Detrás de él aparecen los demás. Érick, Darío, Gabriel y Rodri. Ellos al ver que todo está colocado ya que Nessy y yo estuvimos colocando todo antes de que llegaran cada uno va a coger su instrumento y afinarlo un poco, mientras que Darío desenchufa todos los cables que hemos puesto mal para enchufarlos en otro lado.
Érick, como siempre, camina hacia mí y se sienta en la silla que Nessy acaba de patear después de acercarla un poco. Oigo a Nessy gruñir por lo bajo y mirar mal a Érick, quien solo me mira a mi intentando entender porque me río.
– ¿Qué tal vuestro día de hombres? – le pregunto con burla en las tres últimas palabras.
– Horrible. Me han hecho madrugar – dice aburrido y un poco cansado, parece que piensa un poco y luego añade: – No ha estado tan mal.
Sonrío un poco negando con la cabeza. Han pasado varios días desde nuestro casi beso. Entre nosotros todo bien, no hay incomodidades o cosas así, pero ambos seguimos con las ganas. Los chicos ensañan mientras que nosotros dos hablamos entre susurros para no molestarlos mucho y eso lleva a consecuencia que estemos uno pegado al otro.
– No te conté lo de mis padres. Después de que mi hermano y tú os peleaseis todo se fue tranquilizando un poco. Mi madre me ha pedido perdón – le suelto sin más. – Yo no sabía que se sentía tan culpable, mi abuela le hizo algo y no quería ser como ella, imagino que la atosigaba bastante. Mi hermano – veo como se tensa un poco ante tal mención, sin embargo, no le doy importancia. Javi ya ha vuelto a su piso para pasar el día de reyes con sus amigos e imagino que con Emily – estuvo sin hablarme unos días, pero todo solucionado. Y con mi padre más o menos como con los demás. Hemos vuelto a jugar al ajedrez.
– ¿Juegas al ajedrez? – me pregunta sorprendido.
– Si, ¿no te lo había dicho? – le respondo un poco confusa. Antes de conocerlos a ellos lo único que hacía era jugar al ajedrez, por lo que me sorprende que no sepa nada. – Juego desde muy pequeña, me enseñó mi abuelo.
Recordarle todavía me duele. Yo no era muy mayor cuando se murió, de hecho, fue cuando éramos una familia feliz hace años. Él fue quien me regaló mi vestido de princesa favorito, siempre que iba con él me lo ponía y pasábamos las tardes jugando al ajedrez y escuchando la radio que emitía canciones de su época.
– ¿Nunca fuiste a clases o algo así? – me pregunta acercándose un poco más a mí ya que los demás están jugueteando con el volumen y casi nos oímos.
– Me hubiese gustado, pero nunca tuve la suficiente valentía para ir – le explico.
– ¿Sigo teniendo mis diez deseos? – no sé a qué viene esa pregunta, pero asiento y murmurando entre dientes que solo le quedan nueve. – Quiero pedir uno. Deseo que busques un club de ajedrez y vayas por lo menos un día para probar.
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MI PRINCESA PERFECTA
Подростковая литература- Soy un monstruo - dice abrazándome. - Te he asustado, no debería haberte empujado. - Estabas en pleno ataque de ira - le digo compresivamente. - Solo me he asustado, no ha pasado nada Érick. - Estoy roto, Amanda - dice mirándome. - Muy roto. - Y...