CAPÍTULO 23

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– ¡Hermanita! – grita mi hermano soltando las maletas en la puerta de casa para venir a abrazarme. – ¡Como has crecido! – dice estrujándome contra él. Tarda unos segundos en soltarme, pero parece que no le ha sido suficiente que me abraza otra vez. Suspiro complacida, le echaba de menos.

– Hola, Javier – saluda papá a Javi como si fuese un compañero de trabajo en vez de su hijo. ellos se acercan lentamente y se dan un apretón de manos en vez de la cálida bienvenida que todos esperarían. Con mamá es exactamente lo mismo solo que se dan dos besos secos en las mejillas. – Tu cuarto está preparado, hoy tenemos una cena importante, lo sentimos – explica papá cuando su mujer e hijo están más distanciados.

– Pero en Navidad ya tenemos una cena, una mucho más importante – añade apresuradamente mamá. – La nuestra. Nosotros cuatro.

Estamos callados unos segundos.

– Eso... eso es genial – dice el recién llegado asombrado, tanto como yo. – Voy a dejar todo en mi habitación. ¿Me ayudas, Amanda?

Cojo una de sus maletas, la más pequeña, que resulta ser una mochila gris con muchas chapas. Subimos las escaleras hacia su habitación. No suelo venir aquí mientras mi hermano no está salvo para robarle camisetas o sudaderas. El equipo de limpieza de casa es la encargada de que esta habitación esté impecable, sin polvo y con las ventanas limpias. La cama hecha, todo ordenado y ni un gramo de polvo es lo que encontramos al abrir la puerta, está tal y como la imaginamos.

Mientras colocamos las pocas cosas que ha traído mi hermano me cuenta sobre sus clases y como sus compañeros la lían cada poco, obviamente todo esto entre susurros por si alguien escucha alguna palabra sobre medicina.

– Ahora... – dice él sentándose en la cama deshaciéndola un poco donde se sienta, o más bien se lanza. – Cuéntame sobre tus amigos, poco me has contado.

Descuelgo mi medallón del cuello caminando hacia él para sentarme en la cama. Debajo de mi las sábanas se arrugan un poco, pero no tanto como cuando mi hermano se lanzó a la cama. Lo abro con cuidado bajo su atenta mirada y le enseño la foto.

– Ella es Nessy – digo señalándola – Mi única y primer amiga. Él es Leo, ellos tienen algo. Este de aquí es Darío, un cerebrito como tú. Gabri es el alma de la fiesta y de todo en general. Rodri es que suele tener malas ideas, pero siempre le hacemos caso... – voy presentando uno a uno y señalándole quien es quien con una sonrisa de orgullo en mi cara. – Y, por último, él es Érick.

– ¿Solo Érick? – pregunta. No entiendo a qué se refiere. – ¿Ni el más gracioso o el que tiene algo con alguien? – sigue preguntando.

Me quedo en silencio sin saber que responder, opto por lo más fácil.

Érick... la persona que me defendió por primera vez de una chicas que se reían de mí, el que pegó a un compañero tras manosearme, el que entrelaza sus dedos con los míos cumpliendo mi deseo, el que se tira a la piscina para sacarme del agua, a quien no le importa cortarme el sándwich... Érick...

– Sí. Solo Érick – miento a mi hermano. – Ahora cuéntame tú. Ya sabes, sobre esa chica... – canturreo.

– Se llama Emily, ha venido un año de intercambio desde Estados Unidos – me explica. – Estudia psicología y su compañero de piso es un amigo mío, me pidió que la recogiese porque él no podía ir. Era muy tarde ya era prácticamente de noche y decidí ir a por ella. Estaba super asustada cuando la encontré, asustada y con frio. Creo que me acerqué muy rápido a ella y por eso me echó el spray en los ojos. Escuece que flipas – añade a su historia. – Cuando logré tranquilizarla y me presenté se relajó mucho. Después simplemente la llevé a su casa. Nos hemos cruzado algunas veces en la universidad y pues hemos empezado a vernos fuera, pero ya está – dice derrotado. – No quiere nada con nadie, el año que viene en principio se vuelve a ir, no quiere dejar nada aquí que no sean buenos amigos y recuerdos – hace un puchero como si quisiera llorar.

MI PRINCESA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora