CAPÍTULO 45

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Nick apaga el motor en la calle de la casa de Érick. Le he pedido a Érick que entre con él a su casa, no creo ser lo suficiente valiente como para hacerlo yo sola. Le veo venir hacia nosotros. Nick y yo salimos del coche.

– ¿Cómo estás? – le pregunta dándole unos golpes en la espalda al chofer.

– Mejor – se sincera. – Todavía no he hablado con mi padre. Tendré que hacerlo en algún momento.

Eric asiente mientras Nick se acerca al maletero. Camina hacia mí y deja un beso casto en mis labios.

– Hola – me susurra. Sonríe, vuelvo a besarle. Tiro del cuello de su camiseta para pegarlo a mí. Sus manos llegan a mi cintura y acarician levemente con sus pulgares. Al separarnos de una sonrisa en sus labios. – No estés nerviosa...

– No lo estoy... – me corta dejando otro casto beso en mis labios.

– ¡Érick! – llama a Nick desde el maletero. Su voz se oye amortiguada, posiblemente porque tiene la cabeza dentro buscando alguna manera de sacar lo que hay en él. – Ayúdame a sacar esto.

Érick me mira frunciendo el ceño y volviendo a su mueca habitual. Sonrío como una niña pequeña encubriendo una travesura. Llegamos al maletero y una caja envuelta en rosa nos espera.

– ¿Qué es esto? – me pregunta sin llegar a entender.

– El regalo de tu hermana – aclaro sus ideas.

– Te dije que no tenías porqué comprarle algo – se gira a encararme.

– No lo he comprado, era mío – me encojo de hombros restándole importancia. – ¿Lo coges, por favor?

Le veo asentir y coger la caja. No es muy grande, pero sí lo demasiado para que tenga que indicarle donde están los escalones de su casa. Nada más entrar en su rellano lo deja cuidadosamente en el suelo, apartándolo a un lado para no tropezar con ello. Entrelaza mis dedos con los suyos y tira de mi hacia el salón. Oigo algo de jaleo, puede que haya venido más gente de lo que me esperaba. La primera en fijarse en mi es Clara.

– ¡Princesa Amanda! – su voz suena más aguda de lo normal. Deja los juguetes con los que estaba jugando y corre para tirarse a abrazarme. – ¡Has venido! – grita justo en mi oído con emoción. Ahora toda la habitación guarda silencio.

– ¡Feliz cumpleaños! – le deseo dejándole un beso en la mejilla. Sonríe mucho más dándome las gracias. Los padres de Érick vienen hacia nosotros. Marta me abraza agradeciéndome que haya venido. – Pero que guapa estás, princesa Clara.

La niña contenta con mis palabras da una vuelta para que pueda ver a la perfección su vestido rosa. Segundos después su padre la llama para ir a la cocina antes de sentarnos a todos a cenar.

– Familia – dice Érick llamando la atención de gente que me observa. – Os presento a Amanda, mi novia.

Sonrío y murmuro un pequeño saludo a toda la familia de Érick, que sinceramente no creí que estuvieran aquí. Algunos de ellos se acercan a mí a darme los dos típicos besos de saludo en mis mejillas, mientras otros, que mayoritariamente son la familia por parte de padre de Érick, mantienen la distancia o me ofrecen un apretón de manos. Yo devuelvo todos los besos, sonrisas y apretones de mano sin problema. Todos han mantenido su mirada los más lejos de mi muñón lo máximo posible, no sé si por falta de interés o por educación.

– ¡La cena está lista! – hace su entrada Clara corriendo hacia nosotros. – Dinner is ready! – le grita a la parte estadounidense de la familia, aunque entiendan suficiente castellano. Poco a poco llegamos al salón donde cenaremos esta noche. La comida está rica y hay suficiente para todos. Las conversaciones son amenas. Yo no participo más que con sonrisas y asentimientos. Hablan de anécdotas en sus trabajos o en las universidades.

MI PRINCESA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora