Llevaba tres meses y medio en la universidad pero aunque me gustaba la carrera no sentía que me llenaba del todo.
Me había encariñado mucho con mis amigos, con Óscar y Alejandra habíamos formado una bonita amistad pero tras pensarlo por varios días decidí que dejaría los estudios. Podíamos seguirnos viendo por fuera.
Mis manos temblaban cuando digitaba el número de mi papá en mi celular, era mejor decirle todo de una vez.
—Eres una irresponsable, no pienses que voy a pagarte otra carrera para perder dinero nuevamente, siempre lo he dicho, eres una inútil, yo no sé para que te tuvimos —exclamó mi padre del otro lado del teléfono después que le haya comentado la decisión que tomé. —Ve pensando que harás y busca un trabajo, por que yo no mantendré a una vaga... Y en vista de que ya no tenemos más de que hablar te dejo, sabes que no puedo perder el tiempo —una lágrima cayó por mi blanquecina mejilla y colgué la llamada.
Mi madre entró en mi cuarto tras notar que ni siquiera había querido comer, a pesar de que no quería hablar del tema ella netamente se limitó a abrazarme, sabía perfectamente que mi padre era un cabrón y el miedo la mantenia a su lado.
—¿Que te parece si te preparo unas papas fritas y vemos Harry Potter? —comentó mientras ejercía una pequeña y tierna caricia en mi mejilla.—Tú siempre sabes como subirme el ánimo mamá
Ambas vimos Harry Potter mientras comíamos las papas que había preparado, yo me emocionaba con cada escena como si fuera la primera vez que la veía y mi madre hacia lo mismo a pesar de que ya ni recordaba cuantas veces había tenido que hacer maratones conmigo.
Al pasar las horas ella se durmió junto a mí, dejé escapar un pequeño bostezo y apagué el televisor para así acomodarme en la cama junto a mí madre, durmiéndome mucho más tranquila por tener su compañía y su apoyo a pesar de todo.
Desperté temprano por la mañana, mi madre ya se había ido a trabajar así que inmediatamente me levanté para ir a darme una ducha de agua caliente.
Al salir enrolle una toalla en mi cuerpo y fui a la cocina por un poco de café y unas tostadas mientras me vestía y arreglaba. Tomé unos documentos y en cuanto estaba lista salí de casa para ir a buscar algún trabajo, me había propuesto desde que salí que conseguiría algo solamente para darme la satisfacción de callarle la boca a mi padre.
Caminé prácticamente toda la mañana en busca de algo, me dolían los pies y ya estaba cansada.
En una entrevista de trabajo había conocido a una chica que vivía cerca mío, puesto que tuvimos que esperar bastante para que nos atendieran estuvimos conversando bastante, ella buscaba trabajo para pagarse una academia, en ese momento lo único que pensé era que yo prácticamente no tenia ninguna meta o un sueño por cumplir. Quizás mi papá tenía razón.
Intercambiamos números de teléfono y luego de que entró ella me tocaba seguir esperando. Quedamos de vernos un día para beber algo. Su nombre era Isabella y según yo, había sido una bonita casualidad.
Me quedaba sólo un lugar donde debía ir ya que en los anteriores trabajos me habían rechazado por no tener experiencia alguna, al bajar del bus me quité los zapatos, necesitaba que mis pies descansaran, los puse dentro de mi bolso y continué caminando dejando que mis ojos divagaran de un lugar a otro. La casa parecía un verdadero hotel de lujo, toqué el timbre del portón principal y una vez que me hicieron pasar entré deteniéndome a ver cada detalle; era un lugar demasiado hermoso, jamás pasaba del centro de Graydale y mi barrio por lo tanto todo me asombraba. Toda mi vida viví allí pero jamás me atreví a salir de la zona donde mi crie.
El hombre que al parecer era el mayordomo me hizo pasar a la sala y me dijo que esperara ahí, me miraba bastante feo y no entendía por qué, pero no le presté atención.
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Just Like An Engel
RandomEn un pueblo siempre habrá secretos y Graydale no es la excepción. Un asesinato hará que la telaraña de mentiras comience a deshacerse mientras que el imperio que se creó sobre Graydale sigue creciendo. Una chica con un hambre insaciable por crecer...