Una visita interna era totalmente diferente a una simple visita en la que solo le ves a través de un vidrio, podía estar con la persona, llevarle cosas, abrazarle, etc.
El proceso para agendar una era un poco tedioso ya que pedían muchos datos y cosas que se me hacían innecesarias, pero tras pensarlo quise hacerlo.
Ropa simple, de colores sobrios, sin accesorios y un montón de reglas más que debía cumplir para ingresar a la cárcel, pero había cumplido con cada cosa, mi madre me había enviado comida para que le llevara a Caín y para eso también había un proceso, debían revisarla y aprobarla para que pudiera ingresarla.
Una vez listo todo eso tuve que pasar a otra fila donde nos revisarían, no sabía cómo era exactamente, me sudaban las manos a medida que avanzaba, en cuanto menos faltaba para que fuera mi turno más nerviosa me colocaba, sentía un nudo en el estómago e incluso llegué a tener náuseas.
—Entra allí —Dijo de forma brusca la mujer gendarme que estaba afuera de un pequeño cubículo.
Hice lo que me decía, me llamaba la atención la manera en que nos trataban, ella se me acercó haciendo que levantara mis brazos y comenzó a tocar por encima de la ropa, me incomodó demasiado pero entendía que eran temas de seguridad.
—Baja tus pantalones —Ordenó de pronto.
—¿Que? —Fruncí el ceño mientras tomaba algo de distancia de ella.
—Que te bajes los pantalones, debo revisar que no traigas nada... Y las bragas también si es que traes ¡Abajo!
Trague duro y comencé a desabrochar mi pantalón.
—¿Te puedes apurar? No tengo todo el día
Suspire mientras terminaba de bajar ambas cosas, cubriendo por instinto mis partes íntimas con mis manos.
—Quita las manos, separa las piernas y has una sentadilla, te quedas unos segundos así
Hice lo que me decía, no sé por que pero sentía ganas de llorar, me sentía muy humillada, era una situación demasiado fuerte para mí.
Cuando finalmente acabó aquel martirio me dejaron ingresar, debía pasar por un pasillo enorme junto a los demás visitantes, el corazón me latía casi a mil y sentía que sudaba frío.
Una puerta se abrió y pudimos entrar al lugar donde estaban los convictos esperando a sus visitas, suspire buscando con la mirada a Caín, allí dentro había mucha gente diferente a la cual no estoy acostumbrada a ver, era algo un poco chocante.
Mi respiración comenzó a agitarse a medida que caminaba y mis piernas tambaleaban, me estaba sintiendo muy mal y no entendía la razón.
A lo lejos pude verlo, nuestras miradas se encontraron y sus ojos parecieron iluminarse cuando me vió, pero yo no pude.
Comencé a retroceder mientras sentía que todo en mi interior iba a explotar, no podía estar ahí, era demasiado.
Joder no podía.
Sin pensarlo salí corriendo del lugar, dejé la comida sobre una mesa cualquiera y continué hasta estar fuera de allí, tomé una bocanada de aire y comencé a llorar de forma descontrolada, me faltaba el aire y no podía parar de temblar, odiaba aquella sensación.
Y me odiaba a mi misma por haberlo dejado ahí.
Me subí de inmediato a un taxi pidiéndole que me llevara a la colina, pagué lo que costaba ir allí y me bajé rápidamente para ir a la mansión Petriev.
Toqué el timbre en repetidas ocasiones, casi como loca hasta que una voz detrás de mí me detuvo.
Me gire viendo a Genesys, la dealer de Fenrir, hice una mueca mientras ella llamaba para que abrieran la puerta.
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Just Like An Engel
RandomEn un pueblo siempre habrá secretos y Graydale no es la excepción. Un asesinato hará que la telaraña de mentiras comience a deshacerse mientras que el imperio que se creó sobre Graydale sigue creciendo. Una chica con un hambre insaciable por crecer...