4. Una visita inesperada

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—(Tn)-chin, (Tn)-chin, ¡(Tn)-chiiiiiiiin! —exclamaba Shachi, al realizar una serie de ademanes de frustración. Cayó de espaldas sobre el sillón de la sala, mientras Law le veía con desaprobación, sentado del otro lado.

—Cállate idiota, vas a despertarla —le regañó casi susurrando—. Si te conté sobre el incidente de hace rato, es para que tomes mi otro automóvil y vayas por ella a su trabajo si es que estás desocupado. —se restregó los párpados sintiéndose un tanto molesto por lo atestiguado con ese hombre abusivo—. Esa niña aún es muy tonta, no sabe cuidarse sola.

Shachi cambió su semblante de enfado por una sonrisa cómplice, ¿acaso Trafalgar Law sentía preocupación por ella?

Era sabido que el moreno jamás demostraba emociones, ni siquiera por él mismo, o el resto de sus amigos a quienes conocía de muchos años atrás, por lo que sería una tremebunda sorpresa si este estuviese despertando interés por alguien a quien hasta hacía pocas horas, aseguraba apenas conocer.

—¿Estás preocupado por (Tn)-chin? —inquirió inclinado hacia él.

—Borra tu sonrisita de idiota, porque ella no me preocupa en lo absoluto —se rascó la punta de la nariz—, bueno, quizá me siento un poco responsable porque vive aquí, más lo sucedido con ese vagabundo, y porque está técnicamente sola en un lugar ajeno a lo que solía conocer.

—Ajá —replicó Shachi, con una expresión de travesura—, te estás volviendo muy considerado —le canturreó un tanto divertido.

—Tcht... —se puso de pie y comenzó a alejarse de la sala—, déjame en paz.

—Yo te dejo en paz —sonrió de manera malévola—, pero tú, ¿te dejarás en paz? —inquirió tentativamente al verlo yéndose.

—Ya cállate —continuó caminando hacia su habitación.

Tenía ganas de ir y comprobar si la paciente se había dormido, o si estaba despierta en vez de descansar, pero al final prefirió no hacerlo para no sentir que se estaba mostrando demasiado protector.

Y es que a pesar de lo que aparentara, Law era del tipo de persona que se preocupaba por terceros, aunque se mostrara como un gruñón de primera quien no se interesaba por nada ni nadie.


Al día siguiente...

Apenas abría los ojos a causa de un pequeño rayito de luz que se filtraba por una minúscula área, donde la gruesa y oscura cortina no estaba cubriendo. Se levantó de golpe al escuchar ruidos fuertes provenientes de la cocina, por lo que se apresuró a ir a revisar.

No podía ser lo que estaba pensando, ¿o sí? No. La niña hiperactiva esa no podía haberlo desobedecido, además, eran las seis de la mañana, ¿quién se iría a la cocina a esa hora?

—Auch, auch, auch... —se escuchaba del otro lado de la estufa.

—(Tn)-ya... ¿se puede saber qué estás haciendo? —la mencionada levantó la mirada y le sonrió traviesa, aunque un poco infantil, mostrándole toda la dentadura mientras fruncía el ceño—. Pregunté: ¿que estás haciendo? —la veía con una pizca de dureza, debía reprimir su deseo de reírse al mirarla en el suelo, rodeada de cacerolas y demás utensilios, y también, con una tapadera de olla en la cabeza.

—Me caí.

—Puedo notarlo —se puso de cuclillas frente a ella, luciendo extremadamente serio—, pero replantearé mi pregunta: ¿qué se supone que haces fuera de la cama? Porque recuerdo claramente haberte dicho que debías reposar.

—Voy a... ¿a hacer desayuno? —frunció los labios apretándolos entre sus dientes, dejando a la vista una delgada línea que apenas podría llamarse boca.

ROOMIES ━━  [En curso] 《13》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora