17. Contradicciones

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—Law, ¿q-qué haces? —inquirió muy nerviosa, mirándolo desvestirse frente a ella.

El vapor del agua caliente que caía de la regadera había saturado las cuatro paredes del espacioso baño. (Tn) comprendía que de nada le serviría el pensar en cubrir su desnudez, puesto que Law ya se encontraba frente a las empañadas puertas de cristal.

—No quisiste responder a mi pregunta (Tn)-ya, por eso tendré que recurrir a ciertos métodos de tortura para que admitas que te enamoraste de mí, desde el primer día. —manifestó, sonriendo un tanto seductor.

—P-pero... a-ay... —dijo por lo bajo, apartando la mirada—. N-no creo que sea buena idea que... a... ay... —chilló casi inaudible, sintiendo cómo él se apegaba a su espalda después de haber cerrado la puerta. Estaba totalmente desnudo.

—¿Te apetece confesarte ahora (Tn)-ya? —le tentó, cogiéndola de ambos hombros para enseguida deslizar sus manos suavemente hasta sus muñecas, y así mismo llevar el travieso tacto hasta las caderas de la mencionada.

—Yo... de-debo irme...

—¿Pero por qué (Tn)-ya? —preguntó tentativamente, mientras pasaba sus manos desde el vientre de ella, hasta llegar a los pechos—. Todavía no te has lavado toda la espuma. —la hizo girar gentilmente, y la tomó por debajo de la quijada con mucha delicadeza. La miraba con lascivia, logrando acelerarle el pulso—. Quisiera hacerte un par de cosas en este momento.

—¿Co-cosas? —inquirió nerviosa. Él asintió, a la vez que se relamía los labios—. Ay no... —murmuró con un fino hilo de voz.

(Tn) se preguntaba qué era aquello que le rozaba el vientre, si las manos de Law estaban una apoyada en la pared para mantenerla aprisionada, y con la otra la sostenía de la quijada.

—Quiero... —susurró, a medida se inclinaba lentamente hacia ella, acercándose a sus labios—, quiero hacerte...

Y repentinamente, la alarma sonó interrumpiendo el momento tan fogoso que (Tn) compartía con Law en la regadera. Soñarlo se estaba volviendo una costumbre cada noche, y eso la estaba afectando.

Se sentó en la orilla de la cama, tratando de normalizar su respiración. Se sentía bastante acalorada, y bueno, ya sabía que al desvestirse, sus bragas estarían humedecidas como el resto de los días anteriores.

Se apresuró a asearse y vestirse para dejar hecho el desayuno de los chicos y la especialidad que guardaba sólo para Law.

Una vez terminó, tuvo la intención de tocar a su puerta para despedirse de él, pero prefirió no molestarlo. Sabía que el pobre estaría aprovechando su descanso para marcharse a trabajar por la tarde.

***

—Law... hey, ¡Law, despierta! —habló Penguin, logrando sobresaltar al mencionado, que se encontraba mirando al suelo, apoyado de espaldas contra el refrigerador—. ¡Apaga el hervidor! —exclamó. Arrugaba el gesto a causa del pitido ensordecedor—. ¿Qué haces? —le cuestionó, ejecutando él, la acción antes solicitada. Se sintió algo divertido al haber encontrado a Law tan perdido en sus pensamientos. Eso era algo inusual—. ¿Acaso ya no sirve tu aparato auditivo? ¿No te molesta ese ruido del cacharro con el agua casi evaporándose frente a ti?

—Tcht... —rechistó serio, dándose la media vuelta para coger el frasco del café.

—¿No usarás el molinillo automático?

—No. Intento hacer el café justo como (Tn)-ya. Es mi septuagésimo cuarto intento en los últimos días.

—Vaya, amanecimos con los números ordinales. ¿Qué hay de malo con los cardinales? —bromeó, abriendo la puerta del refrigerador.

ROOMIES ━━  [En curso] 《13》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora