"30 Ritual"

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Cuando finalmente llegaron al Gran salón se toparon con un ambiente opresivo.

En el suelo habían dibujado un gran círculo. Por la forma en que brillaba en azul neón, Elissa asumió que era de Lyrium. Casi podía percibir el mana cosquilleándole en los dedos. Intentando colarse dentro de su cuerpo.

Los magos lo rodeaban, ajustándolo, controlando su poder.

Junto a cada uno, había un templario vigilante. Como si creyeran que solo por tocarlo los hechiceros se volverían abominaciones. Sobre todo Cullen, quien les observaba nerviosamente. Parecía esperar que Conner saltase desde el techo en cualquier momento.

La ansiedad lo estaba matando.

Elissa no entendía por qué lo habían enviado allí. Cullen necesitaba un descanso de sus deberes, no una misión tan prontamente tras su trauma.

Suspiró, emprendiendo la marcha hacia el pequeño grupo formado alrededor de Irving por Teagan, su cuñada, Alistair, Fergus, Surana y Jowan.

– Explícamelo una vez más – pidió Isolde. – Aunque se mate al demonio, ¿mi Conner no sufrirá daños? –

– Así es – por el tono de su voz, Elissa supo que Irvin debía haber explicado aquello un centenar de veces. Y sin embargo, su rostro se mostraba tranquilo y amable. – El demonio no ha traspasado a nuestro plano. Por lo que Conner no se ha transformado. Eso le da la ventaja de ser purgado de esta manera. En otros casos el usuario no puede ser separado. Así que el chico tiene suerte. –

Isolde asintió. Se aferró al brazo de Teagan con verdadero terror y por un instante Elissa sintió compasión. Hasta que la mujer le dirigió una mirada de completo desprecio a Jowan.

La joven Cousland se aclaró la garganta, alertando al grupo de su presencia. Fergus sonrió al verla. Su hermano se había cambiado de ropa y lavado. Elissa no pudo más que atribuírselo a Alistair, quien salió tras él luego de ver a Aedan.

Agradecida, Elissa entrelazó sus dedos con los del templario. Aunque el chico se sonrojó, ella no hizo comentario alguno. Tristemente la sonrisa de Fergus se esfumó cuando vio entrar a Leliana y a Morrigan al salón.

– Bann Teagan – comenzó Elissa – Estamos listos para comenzar. –

Isolde palideció. Apretó el brazo de su cuñado con fuerza, pero su rostro se mantuvo inexpresivo. Irvin entrecerró los ojos, con un gesto de su mano los magos se pusieron en movimiento.

– Pensé que esperaríamos por el resto de los Grey Wardens – dijo con aquella voz cansada.

– Lamentablemente mi hermano no podrá estar presente debido a asuntos ajenos a su voluntad. Pero el resto han sido convocados y ha recaído en mi la tarea de seleccionar uno de nuestros magos para la labor. – explicó Elissa.

Oportunamente en ese momento arribaron Sereda, Darrian, Amell e increíblemente Anders. El elfo venía colgado del brazo de Cailan, quien vestía armadura completa. Con el casco cubriéndole el rostro. Por su postura Elissa tuvo la impresión de que era él quien se sostenía de Darrian y no al revés.

Anders miraba nerviosamente a los templarios mientras caminaba cerca de Amell. Elissa creyó escuchar al mago susurrarle que se quedara cerca. Y Anders obedeció sin dudar.

– Nosotros también estamos listos – explicó Surana. EL elfo pelirrojo miró sobre su hombro a los templarios. – Si no hay interrupciones deberíamos de terminar pronto. –

Jowan asintió. Había permanecido todo ese tiempo en silencio. Elissa sabía que no deseaba molestar aún más a Surana. Ahora que estaba rodeado de enemigos debía de sentirse perdido y miserable.

La Profeta de los Grey WardensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora