27 Arribos

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Intentando contener los latidos de su corazón Elissa dio el paso al frente. No podía evitar sentirse nerviosa frente a la presencia de magos o sus guardianes.

Los templarios eran los enviados de la capilla. Sus portavoces. Y aunque Elissa no odiaba a la iglesia, tampoco confiaba en ella. Solo podía imaginar que tanto templario era su responsabilidad.

Una mano enguantada envolvió sus dedos. Alistair le sonrió con dulzura, en un intento de tranquilizarla. Elissa suspiró, liberando todo su miedo y aferrándose a aquella mano con fuerza. Colocó la rosa en su cabello y sonrió.

– Sean bienvenidos caballeros a Redcliffe. – dijo al acercarse al grupo de hombres y mujeres.

Como Anders le dijo, había al menos una docena de templarios y la mitad de magos. Entre ellos consiguió reconocer el rostro de Irving y Petra. Sin embargo, no esperaba identificar a Cullen entre los templarios.

– Algunos nos conocen de la torre. Yo soy Elissa Cousland y este caballero es Alistair, un Grey Warden. – "Y mi prometido" pensó. Sin embargo, no se atrevía a decírselo a aquella multitud que le observaba con el entrecejo fruncido. – Si son tan amables, por favor acompáñenos al interior. Seguramente estarán cansados por el largo viaje.

– Ahórrese las cortesías. – Elissa giró el rostro hacia Cullen. Desde que se había quedado con Morrigan, no tuvo la oportunidad de verle en la torre.

Su cabello rubio se curvaba en risos sobre el severo rostro. Para su fortuna la apariencia del caballero templario era más similar a la del tercer juego, aunque juvenil. Elissa sabía que no era su mejor momento. Cullen estaba asustado de los magos y traumatizado por los eventos que presenció en la torre.

Así que tomó la resolución de ser amable con él.

– No hemos venido aquí a fraternizar. Sino a exterminar un demonio. Háganse a un lado y déjenos trabajar – espetó el hombre con dureza.

– Aquí tenemos uno apurado – murmuró Alistair en su oído, aumentando la sonrisa de la joven.

– Vamos, vamos Cullen. – intervino Irving – La joven no tiene malas intenciones. –

– Gran Enchanter sin ofender – comenzó a contestar el templario, sin embargo Elissa le interrumpió.

– Me temo que llevar a cabo su "trabajo" no es posible en este momento. – Sus palabras llamaron la atención de la multitud. – Lamentablemente, el jefe de los Grey Wardens, no se encuentra en Redcliffe por el momento. –

– ¿Y por qué eso es un problema? – Cullen frunció el entrecejo – Si hay otros Grey Wardens deberíamos proceder. –

– Me temo que no será posible. – contestó Elissa, bajó el rostro, intentando parecer contrariada – Al igual que usted, nosotros solo seguimos órdenes. Se me comunicó que no comenzáramos hasta su llegada y pretendo cumplir. –

Ante la mentira, Cullen se mordió el labio frustrado.

– Comprendo la situación – contestó Irving. – Aún tenemos varias preparaciones que hacer. ¿Alguna idea de cuándo sus compañeros regresarán? –

– No tomará mucho – se apresuró a contestar la mujer. – Esta mañana llegó un mensaje anunciando su regreso. Sin embargo, mientras trabajan seguro que no les vendría mal una comida caliente y un poco de té. –

– Estaríamos encantados –contestó Irving y para disgusto de Cullen, el resto de sus compañeros parecía estar de acuerdo.

Elissa les escoltó hasta el comedor, donde vio complacida a Bann Teagan y su cuñada. Ahora podía dejarlos a ellos ocuparse de los templarios. Los introdujo, ignorando la sorpresa en el rostro de Cullen cuando dijo su nombre y cargo a pesar de que el sujeto no se había presentado propiamente.

La Profeta de los Grey WardensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora