06 Revelaciones

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Sobre las montañas aún podía verse claramente a humareda que provenía de Highever. Por más que viajaran hacia el sur les costó más de seis horas dejar de ver la inmensa columna de humo.

Aunque Bryce Cousland caminaba con dificultad y aparentaba lamentar la pérdida de la herencia de su familia, si dijo que prefería verla arder antes que caer en manos del traidor de Arl Howe. Sin embargo fue difícil para sus hijos sacarle alguna que otra palabra.

Elissa estaba atenta de su temperatura y sus signos vitales, pero no dio fiebre y de a poco parecía ir recuperando el color. El disgusto del Teyrn parecía más enfocado en su hijo que en ella. Aunque la chica se atribuía gran parte de la culpa.

La noche antes del ataque le advirtió a Aedan lo que caería sobre ellos. Sin embargo él no quiso escucharla. De no ser por la repentina aparición de Alistair y el otro Grey Warden ella no hubiese visto una posibilidad real de salvar a su familia.

Luchó.

Hizo una locura... y sobrevivió.

Pero perdió a Oriana.

Sin embargo había conseguido probarse a sí misma que podía cambiar la historia de maneras impensables en el juego. Y más aún, tenía que dejar de referirse a aquello como un juego.

Al caer la noche Duncan dio la orden de acampar. Estaban en un terreno llano con poca vegetación.

Para su sorpresa había suficiente en las mochilas como para montar un pequeño campamento. Elissa quería bañarse y lavarse, pero entendía que no era posible.

Montaron las lonas y acomodó a su padre dentro de la tienda. El pobre estaba tan agotado que apenas tocó el saco calló dormido. Entonces Elissa lamentó haber dejado atrás los caballos. Pensó en el pura sangre de Aedan y en su corcel castaño y suspiró llena de tristeza.

Su mente viajó hasta Oriana.

Intentando espantar esos pensamientos abandonó la tienda y al salir, vio encendida una gran fogata. Para su tranquilidad el mabari se mantuvo junto a su padre.

– Hey – dijo la voz de Aedan detrás de ella - ¿Cómo estás? – su hermano también estaba agotado y aunque apenas tenía algunas magulladuras se veía notablemente incómodo.

– Bien – le sonrió la muchacha acercándose al fuego en busca de cobijo. – Mejor sabiendo que padre está a salvo. – en su voz estaba claro el alivio. Miró por encima del fuego hacia los alrededores del campamento. - ¿Los Grey Wardens te han dicho algo? –

– No – dijo Aedan sentándose a su lado. Entonces miró a su hermana – lo siento Eli. Todo es mi culpa. Debí haberte escuchado cuando me advertirte sobre Arl Howe. –

Ella le observó con dulzura y aunque su desfigurado rostro le dio por sonrisa una fea mueca sus ojos supieron expresar sus sentimientos.

– Sé que parecía disparatado. No había razón para que me creyeras. Pero al final todo salió bien. – ella apoyó su cabeza en el hombro de su hermano. – Estamos vivos. –

"No todos" pensó Aedan, su cuñada no lo había conseguido y fue por su descuido y arrogancia. De no ser por su hermana y aquel Grey Warden,Alistair, su sobrino y su padre también hubiesen muerto.

– Sí, tienes razón – dijo a la chica sin deseos de agobiarla. Ella no tenía la culpa... pero – aun no entiendo como lo sabías –

Elissa miró las llamas, observando los gruesos troncos de madera ser consumidos hasta las cenizas y pensó en lo que había por venir. Suspiró, convencida de que aquella sería la primera de muchas preguntas. Pero en su egoísmo, había decidido obtener en este mundo la familia que nunca tuvo. Y aunque ahora su rostro fuese tan feo como al principio, ella era Elissa Cousland.

La Profeta de los Grey WardensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora