01 "Elissa Cousland"

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El dolor en su costado era terrible.

Creyó que la cabeza iba a explotarle.

Su cuerpo entumecido parecía estar recobrando de a poco la sensibilidad. Comenzando por su espalda. La suavidad del colchón reconfortó su desorientada mente. Mientras recobraba la conciencia notó la ausencia del pitido de los equipos del hospital. Le habían dado un golpe tan fuerte que asumía debieron llevarla a terpaia.

Pero no escuchaba el insistente ruido de los aparatos que denotasen su frecuencia cardíaca.

Solo percibió murmullos.

Inicialmente no comprendió lo que decían, pero luego comenzó a darle sentido a las palabras.

– Necesitas descansar – dijo una voz masculina a su lado que fue incapaz de reconocer.

– No quiero dejarla – contestó la agotada voz de una mujer mayor. La calidez de sus manos envolvieron las entumecidas manos de la muchacha. – Mi bebé me necesita. –

"¿Mamá?" pensó la joven. "Imposible."

Su madre estaba en otro país con su nueva familia. Aunque viniese a verla, nunca llegaría tan rápido.

– Llevas así seis días madre. Tienes que comer. ¿Cómo crees que se sentiría si te viese así? –

"Yo no tengo hermanos" recalcó la joven. Al menos no unos que hablasen tan fluida y fuertemente como ese sujeto. Lo nuevos hijos de su madre apenas tenían dos y tres años.

– ¡Fergus! - gritó la mujer, haciendo notar la angustia que pesaba sobre ella. - ¡No te atrevas a hablar de ella como si estuviese muerta! –

"¿Fergus?" Aquel no era un nombre común. La señora debía ser muy de la vieja escuela para ponerle aquel nombre a su hijo.

Parecían estarla confundiendo con alguien más. 

– Madre, por favor. Oren te extraña. Padre está sufriendo porque teme que enfermes de tristeza. Aedan y yo estamos preocupado por tí. – sus palabras estaban cargadas con pena y dolor. Según la joven, debía haber intentado apartar a su madre un par de veces antes de alcanzar aquel nivel de frustración.

"Oren...Aedan... Fergus" repitió la chica en su cabeza. "Me suena mucho. ¿De dónde? Fergus...Fergus..."

– ¡Pero ninguno se preocupa por ella! Es mi única hija - gritó la anciana fuera de sí - ¿Has pensado como se sentiría si despertase en un cuarto vacío?  ¿Cómo pudimos permitir que esto le pasara? –

– No pudo ser evitado. Ella nunca antes había tenido problemas cabalgando. Fue un accidente. El caballo se asustó. – insistió Fergus bajando el tono de voz en lo que parecía un intento de apaciguar a su madre.

"¿Caballo?" repitió la joven en su cabeza, intentando comprender de donde le resultaba aquello tan familiar.

– ¡Eso dice Bryce! Pero nadie ha pagado por ello. ¿Dónde está el culpable? – la muchacha pensó que la señora no estaba dispuesta a ceder. Pero el suspiro de su hijo le hizo pensar que era un caso perdido.

– Madre no hay culpables. –

La joven trató de mover su mano mientras agregaba nombres a la lista.

"Oren...Aedan... Fergus...Bryce"

La puerta se abrió y unos suaves pasos amortiguados, seguidos de unas botas, se hicieron camino dentro del cuarto.

– ¿Por qué gritas de esa forma madre? – dijo una voz profunda y juvenil a la que definitivamente tampoco conocía.

– Aedan – dijo la aliviada voz del otro hombre. – Viniste –

La Profeta de los Grey WardensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora