La Profeta de los Grey Wardens

35 "Soldier's Peak"

Amell estaba agotado.

Bann Teagan les había prestado caballos para el viaje, pero tras cuatro días de trote interrumpido solamente por los campamentos alzados en la noche habían tenido que dejar sus monturas. A los pies de las montañas heladas Amell había experimentado el frío por primera vez en su vida. Nunca en todas sus expediciones fuera de su prisión había sufrido aquella sensación helante. Incluso cuando invocaba hielo con sus poderes, en su carne lo percibía como algo propio, que no le aportaba frialdad. Solo una refrescante brisa de invierno.

Y a pesar de todo, parecía soportarlo mejor que sus compañeros.

Amell había sido el último en seleccionar a sus integrantes. En parte porque consideraba que su misión era la más inmoral.

Sereda tomó a Sten, Shale y Wynne para que le acompañasen al Deep Road. Al golem le escogió por sugerencia de Elissa. La joven le aseguró que su presencia sería reveladora tanto para Shale como para la enana y fiel a su fe en la profeta, Sereda aceptó su sugerencia. Siendo la primera en partir.

Orzamar estaba a ocho días a lomos de un caballo.Por más que tratase de ocultarlo, él sabía que estaba nerviosa. Ansiosa por regresar a casa y vengarse del desgraciado de su hermano.

No hubo mayor sugerencia para él que la de llevar ropas bien abrigadas.

El mago suspiró. Bajo la gruesa capa de piel que les confeccionara el herrero se frotó las manos cubiertas por los guanteles. EL anciano estaba en deuda con ellos por haber salvado a su hija, y cuando Aedan, Amell y Darrian fueron a verlo con las pieles de werewolf el anciano estuvo a punto de sufrir un infarto. Emocionado como estaba, su hija debió de tranquilizarle antes de poder entregarle el material. Como resultado les devolvió un set de cinco perfectas armaduras de invierno. Debido a que le tomaría tiempo hacer otro set Aedan decidió partir.

Debió haberles tomado cinco días llegar al pie de las montañas con los caballos y tres días más alcanzar el pueblo a pie.

Ellos habían demorado casi una semana en alcanzar su destino y tras dejar los caballos el día anterior para subir la montaña y atravesar los túneles que escondían la fortaleza, estaban totalmente fulminados. Si lo pensaba adecuadamente, debían de estar llegando todos a sus destinos en ese preciso momento. Ya podían vislumbrar la fortaleza a la distancia.

Observó sobre su hombro a las pobres almas que había escogido para acompañarle. Darrian era quien caminaba más próximo a él. Avanzaba junto a Levi, a quien había estado vigilando muy de cerca. Para ninguno era un secreto que el elfo estaba incómodo. Amell estaba tratando de no molestarle demasiado, sabía perfectamente que no deseaba estar allí.

Más atrás iban Zevran y Anders. El elfo reía mientras la mabariintentaba pegársele al otro brujo.Amell sabía que a Anders no le gustaban los perros. Pero a Morrigan noparecía importarle su amor no correspondido. Ella estaba dispuesta a ser aceptada sin importar las consecuencias.

Zevran estaba envuelto en tantas capas de piel que Amell no sabía cómo podía moverse tan ágilmente. Aunque el asesino se quejaba de lo diferente que era el clima en comparación con el de Antiva, Darrian había comentado que estaba demasiado tranquilo.

Amell también lo había notado.

En vez de contar chistes pervertidos, fanfarronear sobre sus aventuras y hacer comentarios mordaces, Zevran estaba callado. Pensativo. No había deseado intercambiar sus preocupaciones con Amell. Incluso había aceptado de buena gana incluir a Anders en el estudio de Darrian sobre venenos. Así que el brujo optó por dejarlo estar. Zevran se sinceraría cuando estuviese listo. Y visto que ellos nunca habían hablado demasiado, no sería con él.