•CAPITULO 38•

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El tintinear de las llaves depositadas sobre el pequeño mueble que se encontraba cerca de la puerta de entrada en aquel apartamento fue el único ruido que hizo eco seguido por las pisadas del chico adentrándose en el obscuro lugar, sus ojos se movían por el alrededor aparentemente en busca de algo hasta que pudo diferenciar la larga cabellera al otro lado de la sala.

Kanae se encontraba sentada en el piso con el costado de su cuerpo apoyado en los amplios cristales que adornaban su apartamento mientras sus distraídos ojos celestes observaban el paisaje nocturno que le entregaba la ciudad a aquellas horas, permitiendo que sólo un poco de luz se colara en la habitación, lo suficiente para que se percataran de su posición.

Cuando el cálido toque de una mano se hizo sentir en su hombro desnudo, debido a la camiseta que usaba, la chica pareció salir de su trance para esta vez posar su mirada en el chico esbozando una ligera sonrisa al encontrarse con aquel deslumbrante brillo turquesa.

—No estamos en la época correcta para que estés vestida así.

Habló con tranquilidad mientras se agachaba para acomodarse a su lado, una vez lo hizo sujetó los bordes de su sudadera para elevarla y así quitársela entregándosela después a la chica quien sin protestas la aceptó.

Con movimientos algo flojos se puso la prenda para luego abrazar su propio cuerpo cuando pudo sentir la calidez que esta poseía percatándose apenas del frío que había estado sintiendo hacía unos minutos.

Con aquella cálida sensación y el aroma familiar que esta desprendía la grisácea no pudo evitar esbozar una amena sonrisa inclinando su cuerpo esta vez hacia el otro lado para posar su cabeza en el hombro del cazador mientras ambos observaban la gran ciudad frente a sus ojos.

Los minutos silenciosos parecieron comenzar a correr entre ellos sin siquiera poder ser sentidos por los cazadores, la madrugada ya había llegado y aunque llevaban varios días ocupados con sus interminables patrullajes tras la partida de sus compañeros ninguno de los dos parecía poder ceder al cansancio que sus cuerpos sentían mientras la noche avanzaba y la llovizna comenzaba a golpear contra los cristales.

La situación actual de las mazmorras con su impredecible cambio tras tantos años de estabilidad parecía mantener a toda la línea de ataque en total alerta, tanto en Corea cómo el dúo en Japón no sentía que debían descansar o más bien, no creían poder hacerlo, pues unos minutos de tardanza ante algún ataque podría cobrar más de una vida que de uno u otro modo acabaría siendo cargada sobre sus hombros.

Simplemente, los cazadores no parecían poder tener momentos de completa paz.

Y el largo suspiro que se escapó con pausa de entre los rosados labios de Kanae sólo lo confirmaba.

La chica estaba adelantándose a las posibilidades cada vez que las batallas llegaban a su fin evitando darle algún descanso a su pobre mente.

Kanae estaba preocupada por todo.

Y Dabi estaba preocupado por ella.

—¿Dormiste algo hoy?

—Un par de horas, no pude seguir por lo que preferí observar la ciudad.

—Incluso si debes hacerlo por la tarde, trata de aumentar tus horas de sueño.

—Lo sé. —Asintió con suavidad— Lo intentaré.

Dabi la observó de reojo por unos segundos antes de asentir a su respuesta y estirar su brazo para alcanzar una de las manos de la chica, entrelazando sus dedos mientras con pausa elevaba la temperatura de su cuerpo para que ésta pudiese entrar en calor a su lado.

Cazadora • BNHA x OC•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora