HISTORIA: ¿Y QUIÉN LOS MATÓ? (EPÍLOGO)

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Este escrito para cerrar la historia de "¿Y QUIÉN LOS MATÓ?" la verdad será muy corto. Espero que esté a sus alturas, mis queridos lectores.

¿Y QUIÉNLOS MATÓ?

¿Y QUIÉNLOS MATÓ?

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EPÍLOGO.

–Estoy en casa—se escuchó la intimidante voz entrando por la puerta de la casa donde vivía con su familia.

– ¡¡Papi!!—gritó una pequeña niña de unos 3 años que bajaba las escaleras a gran velocidad seguida de una chica.

– ¡¡niña Therra!!—exclamó la nana—¡¡puede caerse!!—

La niña siguió corriendo y bajó los largos escalones de fina madera y material noble. Corrió y llegó hasta su padre— ¡¡papi!!—volvió a gritar lanzándose hacia su padre, haciendo que él dejara caer el maletín que traía en manos.

–Pequeña—le sonrió aprisionándola en sus brazos.

–Señor Bankotsu—dijo Eri, la nana de Therra, con la voz entrecortada debido al maratón que le hizo correr la pequeña niña—bienvenido, señor. Y tú, pequeña traviesa. No vuelvas a hacer eso—

–Pero...—quiso protestar con su dulce y hermosa voz.

–Puedes caerte—le dijo su padre regañándola—no lo vuelvas a hacer, ¿entendiste, mi amor?—le dio un toquecito en la nariz—Eri, ¿Dónde está Kag?—

–En el jardín de atrás, señor—

–gracias. Llevaré a Therra conmigo, no te preocupes—

–De acuerdo, señor—alzó la maleta del suelo—lo pondré en su despacho—

–Te lo agradecería—acto seguido caminó por los pasillos hasta llegar a la cocina, la cocina se separaba del jardín trasero por un enorme vidrio que a la vez daba más claridad al lugar.

– ¿Papi?—

–Dime, cariño—

–Eres muy lindo—

–oh... Tú también eres preciosa—sonreía como idiota. Su pequeña era una muñequita. La pequeña Therra era una mezcla de ambos, el cabello azabache igual que la de su madre, los ojos azules como de su padre, la piel clara al igual que la de su madre, y sin duda la belleza también heredada de su madre. Corrió la puerta de vidrio y vio a su mujer sentada bajo la sombra de un árbol en su silla de ruedas al lado del columpio de Therra que colgaba de ese árbol, el más grande del jardín. 

Tenía un libro en manos, un libro, un libro que le encantaba leer, escrito por Miguel Ángel Cornejo, uno de sus libros favoritos. Caminó por el camino de rodajas de madera cargando a su pequeña. Kagome giró encontrándose con la tierna mirada que le dedicaba su esposo. Él siguió caminando hasta llegar a ella y agacharse para darle un beso en la frente

– ¡¡Wacala!! ¡¡Qué asco!!—exclamó la niña haciendo reír a sus padres. Bankotsu la bajó para que luego comenzara a correr por todo el jardín jugando con Buyo, un gato que le regaló su tío Inuyasha.

–Crece rápido—suspiró Bankotsu—cada día está más hermosa... Como tú—le acarició el rostro.

–Ay, cariño—respondió encantada—te amo—

–Yo te amo más—contestó sonriente, recibiendo el beso de su esposa.

Se habían casado hace 5 años. Ya habían pasado 8 años desde aquel accidente. Kagome tuvo un problema con la pierna derecha, se le dormía siempre, los ligamentos de esa pierna estaban muy dañados, y no podría recuperarse del todo. Podía caminar, pero solo por unos minutos, 6 o 8 minutos, de ahí debía descansar. Luego el nervio óptico del ojo derecho, a veces ese lado le fallaba, a pesar de los lentes, pero ella estaba tranquila. Bankotsu le fue de gran ayuda en el proceso, pero Kagome... Nunca recuperó la memoria, no recordó nada, ni siquiera destellos. Nada. Con el tiempo él le platicó sobre ellos, sobre todo. Poco a poco la fue conquistándola, ganándose una sonrisa de ella cada día, ganándose su confianza, ganándose su amor. La enamoró, todos los días la enamoraba, claro con ayuda de Inuyasha, Sango y Jakotsu. Su madre estaba más que encantada al ver a su hijo esmerándose por Kagome. Por momentos le invadía la impotencia al ver que ella no recordaba nada.

"Un nuevo comienzo" le repetía Jakotsu una y otra vez. 

No podía ser pesimista, debía seguir por ella. Debía ayudarla. Pero la recuperación de su memoria nunca ocurrió. 

Tras 2 años de ser novios tras el accidente, él le propuso matrimonio y se casaron, 2 años después la casa se iluminó con la llegada de Therra, su hermosa hija, producto de su amor. Y aunque nada volvió a ser como antes, todo mejoró. Kagome se convirtió en escritora, otra de sus grandes aficiones, ya que no podía ejercer su carrera como quería, debido a las complicaciones.

–señores. Sus invitados están aquí—dijo Eri acercándose a la pareja que observaba a la niña con el gato. Bankotsu tomó la silla de su esposa para empujarla.

–Therra, la pequeña Aghata ya está aquí—la llamó su madre. La niña corrió hacia ellos cargando al enorme gato gordo

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–Un brindis por mi hermosa mujer—elevó su copa de vino.

– ¡¡Feliz cumpleaños, Kag!!—exclamó Inuyasha desde el fondo de la mesa.

– ¡¡Feliz cumpleaños!!—gritaron todos.

Todos estaban presentes. Kikyo y Naraku también tuvieron una pequeña, la pequeña Aghata. Una nena idéntica a su padre, con la dulzura y picardía de su madre, de la misma edad de Therra. Sango estaba embarazada, esperando gemelas, e Inuyasha for ever alone, Jakotsu acosándolo y tratando de violarlo siempre, era más insoportable que Kikyo cuando se obsesionó con él—Inu, ya hazme caso. No te hagas de rogar—

Kaede y Carmen, felices de ver a sus engreídos felices a pesar de todo.

¿Y quién los mató?...

Se mataron ellos mismos, pero volvieron a nacer. Y aunque ella no recuperó la memoria.... el destino les dio otra oportunidad. Una oportunidad donde dejaron que todo volviera a fluir. Las cosas pasan por algo. Nada pasa por nada. Después de todo tuvieron un final feliz pero con otro estilo

FIN.






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Sí, definitivamente creo que algunos o quizá todos me están odiando, pero fue mi idea del epílogo. En la vida hay que ser realistas, no todo es un final feliz perfecto, pero si agradable.

Espero que esta historia les haya gustado, en verdad. Todavía tengo más guardadas, que por supuesto publicaré. Y pensar que estas historias las escribí hace años atrás. ORGULLOSA DE MIS PRIMEROS ESCRITOS.

Bueno, diablitos. Nos leemos luego. DarkWalker.

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