Donde tus perversiones darán vida, desde el ship más común hasta el ship que quizá nunca se imaginaron.
AVISO: FALTAS ORTOGRAFÍA Y NARRACIÓN A MEDIAS. (AÚN FALTA CHECAR LOS ESCRITOS PARA ARREGLAR ESE TEMITA. ALGÚN DÍA ME TOMARÉ EL TIEMPO JAJAJA)
Hij...
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Rin simplemente se sumía en la tristeza con sólo pensar en aquel ser al que tanto amaba.
Ya había pensado en eso desde hacía mucho, desde que era una niña quizá.
Ella era una simple humana que moriría pronto.
Se volvería anciana y moriría.
Ya muchas noches habían pasado con esa pesadilla.
Entonces su esposo entró a la habitación. Estaba desnudo, entrando a la habitación luego de un baño.
¿Cuánto había pasado desde ese primer beso?
Más de un año ya.
Sesshomaru suprimió una risa, era una de esas pocas veces que Rin lo veía en ese esplendor, pero, aunque ella no lo sabía, él siempre se sentía así estando con ella.
Entró a la habitación y ella lo observaba con curiosidad. Observaba su desnudez.
– ¿Qué sucede, Rin?—
–Déjeme cepillar su cabello—dijo sin más.
Su pedido lo sorprendió. Ella siempre estaba tocándole el cabello, jugando con ellos, incluso haciéndole cosas raras, desde trenzas simples a las más extrañas.
Sesshomaru caminó entre la oscuridad de la habitación, y se sentó cerca a ella. Le dio permiso en silencio.
Rin tomó en sus manos la larga cabellera plateada y comenzó a cepillarla en silencio.
Había algo extraño en el aire, algo que a Sesshomaru le parecía inusual.
— ¿Qué sucede, Rin?—
Y aunque la pelinegra quería llorar, simplemente suprimió todo aquello, toda esa tristeza, pero Sesshomaru pudo oler la sal de esas lágrimas que nunca cayeron.
Volteó tranquilamente y la observó.
Rin se veía triste, pero al mismo tiempo desbordaba alegría.
— ¿Quieres contarle a este Sesshomaru que te sucede?—
La joven mujer asintió sin más, al mismo tiempo que Sesshomaru la recibía con los brazos abiertos.
—Puede que lo que le vaya a decir, le parezca algo banal, pero en mi corazón, para mí, esto tiene mucho peso—suspiró, escondiendo su rostro en el torso desnudo del albino—mi señor, yo soy una simple humana, y sin embargo, usted me pidió unirnos en matrimonio, y lo hemos hecho, llevamos viviendo juntos mucho tiempo...—hubo un silencio, momento en el que el pecho de la joven Rin se encogía—yo moriré, ojalá no sea pronto, pero así será, más pronto de lo que yo misma lo imagino. Usted es un gran Daiyokai, con miles de años vividos y por vivir—
