HISTORIA: GRITOS DE GUERRA (CAPÍTULO 9)

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Se miraron por un rato, como si se dijeran todo con eso—Ni siquiera somos hermanos de la misma madre—se atrevió a hablar el menor—y como no fuera suficiente, mi madre agoniza en lo que llaman inframundo, y tengo que salvar su alma—

–Sabes que te apoyaré en lo que sea, enano estúpido—

Inuyasha asintió—y resulta que además éramos... Chicas—sonrió divertido.

–Todo es tan confuso—suspiró. Sí, realmente estaban afligidos

Sentados en el salón principal de su casa, pensando y analizando sin poder dormir.

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Cuando despertó vio a su hermana mirándola con preocupación. Rin también lucía fatal, podía sentir el dolor de Kagome, incluso sus miedos—Kagome ¿Cómo te sientes?—

–Duele—en ese momento Jaken entró a la habitación con un recipiente de hojas que el se había encargado de cultivar para curar a sus señores por si algo les pasaba, era más efectivo para él trabajar con esa hojas, pues las conocía a la perfección.

–Kagome, ya sabes que debes hacer—habló Rin. Al principio no lo entendió, hasta que vio a Rin con la mirada en el suelo.

– ¡Eso nunca!—exclamó.

–debes hacerlo. Solo nuestra madre te puede ayudar a recuperar tus poderes—

–no me importa—

– ¡¡Kagome!!—

–No le pediré ayuda. No cambiaré de opinión—estaba molesta, furiosa. Ni siquiera podía pensar en volver a ver a su madre.

Jaken no se entrometió, le dio el remedio, el cual ella tomó a grandes tragadas, pasando el amargo sabor por su garganta, y minutos después se paró como pudo y corrió al baño para vomitar todo lo que tenía en el estómago, que eran grandes coágulos...

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Jaken no se entrometió, le dio el remedio, el cual ella tomó a grandes tragadas, pasando el amargo sabor por su garganta, y minutos después se paró como pudo y corrió al baño para vomitar todo lo que tenía en el estómago, que eran grandes coágulos de sangre.

No iría donde su madre a pedirle ayuda, eso sería retorcido. No había perdido sus poderes del todo, pero con lo que tenía no podía proteger a Inuyasha. Creía que posiblemente su señor Inu No Taisho la reemplazaría y la castigaría por no cuidarlo bien desde un principio teniendo como consecuencia salvarlo dándole toda su energía y poder, pero en realidad el no la cambiaría por más que quisiera, porque Akago tenía la última palabra.

Kagome tardaría cientos de años para recuperar la fuerza que perdió si lo quería de forma natural, si no, si lo quería en ese mismo instante, necesitaría la ayuda de su madre, pero antes prefería la vergüenza y el castigo del protector del olimpo antes de buscar a tan detestable mujer. Kagome, una gran guerrera, una increíble Diosa poderosa, que se sentía derrotada.

Inuyasha: Historias y One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora