Capítulo VIII

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Me desperté al sentir unos suaves besos en el cuello, que provocaron un escalofrío que recorrió todo el largo de mi columna vertebral.

Abrí lentamente los ojos y lo ví, Zack estaba mirándome divertido, con ese pelo alborotado y sexy de recién follado. 

-¿Que hora és?- pregunté entrecerrando los ojos de la luz cegadora.

-Las 7, la hora perfecta para levantarse, te he dejado el desayuno preparado, yo me tengo que ir, y tu no te vuelvas a dormir, a desayunar y a trabajar- dijo, después me besó y desapareció. Oí la puerta cerrarse.

-Esto no está bien- le dije a Buster que había saltado a mi cama.

Él me miró girando la cabeza macabramente.

-A veces me asustas cuando giras así la cabeza, pareces la niña del exorcista- le dije quitandome las sábanas de encima y cubriéndolo.

Me duché y me peiné, me llevé el espejillo del baño a la cocina y lo necessario para maquillarme allí. Ví sobre la encimera de la cocina zumo, café, tortitas, sirope y una nota.

"Wolf, te he dejado  un poco de todo ya que no sabía que te gustaría. Ayer lo pasé genial, espero que pueda ver a la loba más a menudo. Te quiero "hermanita".

Me llevé la nota al pecho. ¿Más a menudo? ¿Que coño quiere decir con eso? ¿Que lo nuestro vaya a otro nivel o que seamos simplemente amantes?

-No le has dicho nada de Alex, así ¿Que como quieres que sepa o pretenda que seais amantes?, so lista- me recriminaba mi diva interior.

-Mierda Alex- dije dejando la nota en la mesada y tomándome el café a toda prisa- Toma Buster- dije dejando el plato de tortitas en el suelo.

Me maquillé puse una falda negra lápiz, un sujetador negro con detalles en strass y una blusa azúl marino transparente, me calzé los Louboutin cogí el bolso las llaves del coche y me fuí.

Llegué mucho más temprano de lo normal, pero claro, ahora soy la jefa, tengo que dar ejemplo.

Eso me otorgó un margen de tiempo para retomar el trabajo que había dejado a medias, pero no hacía más que recordar todo lo sucedido la noche anterior. Ana me trajo un café cerca de las 11 y me quedé embobada mirando desde mi sofá hacia el ventanal, desde el cual pude ver a la ciudad despertar.

-¿Estás bien Emily?- me dijo Ana- Me da la sensación que no me estás prestando atención- me dijo tímidamente.

-Lo siento Ana, enserio, sí me gusta que me des esos toques de atención, grácias- dije totalmente avergonzada- no se dónde tengo la cabeza, me puedes repetir lo que me acabas de decir.

-El sábado tienes un acontecimiento tendrás que ir con el señor Williams seguramente, me ha dicho Christina que ya te ha dado el vestido, perfecto entonces. He hablado con la secretaria del señor Williams y organizado todo- dijo riéndose.

-Muchas grácias Ana- le dije y antes de volver a sumergirme en mis pensamientos le dí las grácias y le dije que ya podía volver a su mesa. Está desapareció tras la puerta y la luz del sol que entraba por el ventanal me hipnotizaba.

No se cuanto tiempo pasé así, salí del trance al oír la voz masculina y sexy que me había hechizado igual que el primer día.

-Nena- dijo Alex abriendo la puerta- no sabes cuanto te he hechado de menos- y se quedó mirandome extrañado- ¿Estás bien?- me dijo cogiéndome de la mano.

Me levanté y lo abracé fuerte, contuve las lágrimas.

-Oh yo tabién te quiero- dijo riendose- te veo rara.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora