Capítulo XXXI

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TACHAAANN... HE VUELTO y sin más dilación aquí el capítulo que tanto esperabais. BESOOTES

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-Buenos días- exclamó Gabriel irrumpiendo en mi habitación.

-¿No te han dicho nunca que no se despierta así a una mujer si no quieres que caiga sobre ti la ira de los dioses?- dije frotándome los ojos.

-Anda échate para un lado que traigo el desayuno- dijo sentándose a mi vera.

-Que buena pinta, no te tendrías que haber molestado- dije dándole un beso en la mejilla.

Después del tremendo desayuno que me trajo Gabriel, casi a rastras me metí debajo de la ducha y me sumí en mis pensamientos.

¿Un niño? ¿Una niña? Tantos nombres por escoger. Mi alter ego seguía dándose cabezazos contra una pared.

-Chicuela, te esperan abajo para peinarte- gritó Gabriel.

-Ni siquiera relajarme…- dije enfurruñada.

Salí de la ducha y me sequé, me puse la ropa interior y un albornoz por encima. Al bajar ví como maquillaban a mi madre.

-Buenos días- dije bajando las escaleras.

-Buenos días cariño- dijo mi madre zafándose de la brocha de maquillaje- ella es mi amiga Susi, ella te peinará.

Me senté y posé el tocado de Megan en mi regazo.

-¿Quieres que te peine con eso?- preguntó la amiga de mi madre.

-Me gustaría- dije sonriendo- no sé qué tenías pensado para mí.

-Algo sencillo- dijo desenredándome el pelo.

-Perfecto- dije entrecerrando los ojos y dejándome hacer.

Creo que me quedé dormida, porque en cuanto abrí los ojos lucía ya peinada. Me miré en el espejo del salón y me quedé embobada. El peinado consistía en un despeinado moño bajo, del cual caían casualmente unos mechones rizados, adornado con el tocado de Megan.

Después de maquillarme, subí a ponerme el vestido. El único inconveniente fue la cremallera, pero para eso están los hermanos mayores.

Descalza y sosteniendo el vestido fui a la habitación de Gabriel.

-Gabri… ¿Me podrías ayudar?- dije asomando la cabeza por la puerta.

-Entra- dijo resignado apagando la tele y levantándose.

-No puedo subirme la cremallera- dije riéndome.

Me puse de espaldas y este subió la cremallera con mucha facilidad.

-Guau enana, estas espectacular- dijo dando unos pasos hacia atrás y mirándome de arriba abajo.

-Tu no estas nada mal tampoco- dije apretándole el nudo de la corbata y alisándola.

-Ve a acabar de vestirte así ya nos vamos- dijo cogiendo su chaqueta del respaldo de la silla.

Me metí en mi habitación, me puse los zapatos, las joyas y a Buster.

-Casi se me olvida- dije haciendo que Gabriel sujetase a Buster- el regalo de mamá.

Volví y cogí la cajita de Tiffany de mi bolso.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora