Capítulo XLI

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Cinco intensos días para la boda y un millón de cosas aún por solucionar. Otra bonita forma de empezar la semana.

Una vez en el despacho me puse enserio y llamé a los que me había indicado Paul, para concretar reuniones para firmas de contratos. Llamé también a mi madre para hablar el tema de la boda.

-Emily, no pasa nada, aplazaremos el viaje para después de tu boda, si quieres le digo a tu hermano que vaya igualmente el miércoles- dijo mientras yo revoloteaba por el despacho.

-Sí, así tendré a alguien que torturar y que me haga el desayuno- dije riendo.

-Besos cariño.

-Besos…- y cómo siempre mi madre dejándome con la palabra en la boca.

-Te digo que queda más sofisticado el beige- dijo Paul entrando en mi despacho.

-Pero algún toque de color no quedaría mal, no sé, las los centros de mesa- le contestó Carla siguiéndolo.

Empezaron a discutir sobre mil y una cosas mientras yo intentaba concentrarme. Que si las sillas, los manteles, las mesas… el teléfono sonó y antes de contestar conté hasta diez y me calmé.

-¿Diga?- dije esforzándome por escuchar al que estaba en la otra línea.

-Hola cariño- oí costosamente la voz de Alex- ¿Cómo estás?

-Lo siento, no te oigo- dije mirando a los intrusos de mi despacho para que se callasen.

-¿Quién está contigo?- preguntó confuso.

-Son tu madre y Paul discutiendo sobre de qué color van a ser los centros de mesa- dije conteniéndome- y sinceramente tengo algunos problemillas un pelín más importantes- dije usando los diminutivos para no quitar tensión a la frase… pero aquellos dos seguían gritándose y parecía no importarles que estuvieran en mi despacho- que de qué color van a ser los centros de mesa- dije casi gritando- Paul- esté calló y me miró- basta.

-Pon el manos libres por favor- dijo y obedecí- Mamá, para tú también. No veis que estáis poniendo nerviosa a Emily, porque no discutís esto en otro momento. Dejadla trabajar o no habrá boda…

Me sorprendió la amenaza, y al parecer a Carla y a Paul también. Se disculparon, se despidieron y quedaron para hablarlo en otro momento.

Volví a coger el auricular y me senté en la butaca.

-Gracias- dije moviéndome de derecha a izquierda.

-Si no se les mantiene a raya se vuelven locos- dijo y me imaginé su sonrisa al otro lado- ¿Cómo estás?

-Bien, me deprimo de golpe al saber  que tengo reuniones toda la mañana- dije revisando las carpetas que tenía en frente.

-¿Quieres que venga?- me preguntó y de golpe alcé una ceja.

-Deja de meterte en mis asuntos- dije riendo- ya fue suficiente que aparecieras en la reunión de la otra vez.

-Lo divertido fue ver tu cara, bueno, pues te dejo trabajar.

-¿Se aburre señor Williams?- dije pícara.

-No sabe usted cuando señorita Green- dijo siguiéndome el rollo.

-Trabaje señor Williams.

-No te las des de lista Wolf…- dijo con voz seductora.

-Hace mucho que no me llamas así- dije sonriendo- me gusta.

-Pues entonces lo haré más a menudo, tengo otra llamada, hasta esta noche Wolf.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora