Capítulo IV

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Me desperté con la imagen de Buster justo delante mío, me quedé mirando al pequeño perro peludo y esté me dió los buenos días lamiendome la nariz.

-Para Buster, menuda guarrada, anda vé a prepararme un café- le dije mientras se sentó en mi panza y me miraba sin entender lo que le decía.

Me parecía tan gracioso ese pequeño animal de vez en cuando.

Me fuí a la cocina, preparé el café, me cambié y me llevé a Buster al gimnasio de Zack.

Cuando llegué me sorprendió ver el edificio tal y como lo recordava en mis años de universidad, cuando venía todas las tardes y conocí al hijo del dueño, Zackaria.Él era un chico muy atractivo, simpatico y atento, tenía a las chicas locas detras de él, pero yo siempre fuí para él como una hermana pequeña, auque tuviésemos la misma edad.

Entré y me dirigí a la oficina dónde el padre de Zack, Angel, me reconoció de seguida,

-Querida Emily, que alegría volver a verte, mira el pequeño Buster viene contigo- dijo abrazandome aprisionando a Buster que se quejó.

-Angel es un placer volver al gimnasio, lo hechaba mucho de menos- dije soltando a Buster en el suelo.

-Ven, deja a Buster con Jack en el patio trasero, y ve a ver a Zack, está en el ring entrenando- dijo abriendo la puerta del patio trasero de dónde asomó Jack, un cocker spaniel blanco con las orejas marrones y en el cual se perdió Buster de seguida.

Me dirigí hacia el centro del gimnasio dónde estaba el ring y me apoyé en una columna. Desde allí podía ver a Zack entrenando, sin llamar la atención me quedé allí plantada observando como repartía unos puñetazos rápidos, alternando ganchos y esquivando hábilmente los cruzados del entrenador.

-Muévete, no que quedes quieto, mueve esos malditos pies si no quieres que suba yo a entrenarte- grité acercandome al ring. Zack se distrajo y el entrenador soltó un puñetazo que impactó directo en su boca, haciéndole saltar el protector bucar.

No pude evitar sentirme culpable, pero sabía que no le había hecho tanto daño, en cuanto saltó del ring y vino a abrazarme estrechandome muy fuerte.

-Quita- le grité- estas sudado- le dije con cara de asco.

-Calla y abrázame pequeña, te he hechado de menos. Si no recuerdo mal, cuando te entrenaba no te quejabas de que estuviera sudado- dijo irónicamente.

No pude evitar sonrojarme, es verdad cuando me entrenaba era muy difícil concentrarse con ese torso desnudo diciendote esquiva esto, pega aquí... Y así acabé recibiendo algun toque de atención en forma de gancho suave en las costillas.

- Quiero que me vuelvas a entrenar como en los viejos tiempos.

-José es suficiente por hoy, mañana retomamos- se dirigió al hombre que estaba esperando en el ring.

José bajó del ring se acerco y me sonrió amablemente.

-Zack, la señorita tiene razón y es lo que siempre te digo, mueve más los pies- y despues se marchó.

-Lo que me faltava, ahora va a ser que tú eres mejor que yo- me dijo desapareciendo en la oficina del gimnasio.

Me subí al ring y recordé las tardes allí. Zack era bueno haciendo boxéo, pero mucho mejor en kick boxing, tuve suerte de aprender del mejor. No muchas chicas se atrevían en boxeo y menos en kick, yo lo veía entretenido era algo diferente, y poco corriente entre mujeres.

-Toma- me dijo Zack lanzándome mis antiguas vendas.

-¿Todavías las conservas?- dije cogiéndolas al vuelo.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora