Capítulo XXI

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Estaba durmiendo en una cama de sábanas blancas. Plácidamente dormida como un bebé, sin nada que me preocupara. Abrí los ojos y vi a Michael, me decía que me despertara y que fuera con él, mientras me tendía la mano. Al poco rato otra imagen apareció, Zack, también tendiéndome la mano. Los dos me miraban fijamente y en el suelo aparecieron cuatro caminos de luces, dos estaban ocupados por Michael y Zack, los otros dos estaban vacíos. Me levanté de la cama y me quedé en medio de los caminos. Pronto los otros dos caminos desvelaron dos hombres más, Alex y Creig.

Los cuatro me tendían la mano, yo tenía que decidir pero no estaba segura. Miré a Zack y negué con la cabeza, al instante la luz del camino se apagó y él desapareció. Miré a los tres hombres que me miraban poniendo sus mejores caras, me dirigí a Michael y le sonreí.

-Tú eres mi pasado- le dije y la luz se apagó y él desapareció.

Debajo de mis pies el camino se dividía: ¿Alex o Creig? Uno mi presente otro mi futuro.

De pronto mi cuerpo comenzó a quemarme, instintivamente me llevé las manos a las costillas. El tatuaje ahora quemaba y se expandía, cada vez era más grande y las sombras grises iban cubriendo toda mi piel.

A medida que el tatuaje envolvía mi cuerpo se transformaba, adoptaba forma animal: cuatro patas peludas con garras, una cola gris, orejas verticales, los colmillos ahora más prominentes. De mi interior un aullido ronco inundó el silencio.

Me desperté de golpe y con ello también lo hizo Creig.

-¿Estás bien?- me dijo aún somnoliento.

-Lo siento ha sido una pesadilla- dije mirándolo a los ojos.

-No pasa nada, ven- dijo abriendo los brazos.

Me abalancé sobre su pecho y lo besé necesitadamente en los labios.

Él me devolvió el beso igual o más fogosamente. Empecé a recorrer con mis manos todo su torso y él metió las manos debajo del camisón rosa.

Me apretó y arrastró de las nalgas hasta situarme a horcajadas sobre él. Nuestras lenguas se exploraban y en la noche se oían tan solo nuestras respiraciones. Deslizó sus manos desde mi cadera, pasando por las costillas con cuidado, hasta mis pechos. Yo no llevaba sujetador así que cuando, sin problemas, sus dedos entraron en contacto con mis pechos, un leve gemido escapó de mi boca.

Recorrí cada musculo de su pecho con mis dedos, perdiendo mis manos luego, detrás de su cuello. Deslizó con cuidado el camisón, hasta despojarme de él. Me tenía a su antojo, desnuda, excitada y encima de él.

Giramos y él con cuidado se colocó encima de mí. No podía soportar tanta sutileza, necesitaba sentirlo encima de mí, dentro de mí, controlando todo y haciéndome olvidar del mundo.

Lo cogí por la cintura y tiré de él para que se apoyara encima de mí.

-Te haré daño- dijo separando un instante su boca de la mía.

-Te necesito- dije sonando desesperada- nunca he sido una mujer sutil.

-Ya lo veo- dijo atacando de nuevo mis labios- pero estás débil te has desmallado y no te encuentras bien. Será mejor dormir- dijo apartándose y tumbándose a mi lado.

Puede notar como él también se moría de ganas por hacerme suya, lo delataba el duro bulto de sus pantalones.

Me arrodillé sobre la cama y despacio fui desabrochando el pantalón.

-Emily no…- dijo mirándome a los ojos y cogiéndome las manos.

-Calla- dije, sin hacerle caso seguí desabrochando el pantalón y se lo quité.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora