Capítulo XLIV

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Me desperté y no reconocí el entorno que me envolvía.

-¿Dónde vamos?- pregunté alzando la cabeza del regazo de Alex.

-Buenos días señora Williams- dijo quitándose las gafas de sol- pues verá usted, cómo suele ser tradición después de la boda, los novios se marchan unos días de luna de miel…

-¿Qué?- dije despejándome.

-Vamos a coger un avión- dijo acercándome una botella con mmi zumo favorito.

-¿A dónde?- pregunté destapándola y dando un largo trago.

-Punta Cana- dijo volviendo a ponerse las gafas de sol.

Por poco me atraganto y escupo todo.

-¿Cómo? ¿Y mi trabajo? Aún no he acabado todo antes de irme, tengo que avisar a Paul…

-Tranquilízate, ya está avisado, además yo también tengo que hacer mi trabajo, dedicaremos algunas mañanas a eso y el resto del día en nosotros- dijo señalándome por la ventanilla el aeropuerto.

-No me convence la idea Alex- dije acurrucándome en su regazo y jugando con el cordón de su pantalón de chándal.

-No te tiene que convencer, tan solo no pienses en nada hasta que volvamos a NY- dijo riendo.

El vuelo duraría aproximadamente seis horas y media. Alex había tomado todas las precauciones al embarcar con nosotros a un médico que estaría a nuestra disposición durante todo el viaje.

-Creo que aquí te has pasada- dije mirando de reojo al médico mientras me tomaba la presión.

-No lo creo…- dijo sonriendo mientras alzaba la vista por encima del periódico.

Bufé y me quité la banda de aire, el doctor me miró extrañado.

-Estoy bien, enserio, ante cualquier signo de malestar lo llamaré- dije devolviéndole el manguito.

Siempre fui más de viajes cortos, cuando no estaba embarazada ya me resultaba muy molesto estar mucho tiempo sentada en el mismo sitio, ahora con dos seres danzarines en mi interior todavía estaba más inquieta de lo normal.

A Alex todo esto le parecía bastante cómico, ya que no reprimía las carcajadas cada vez que cruzaba y descruzaba las piernas o me levantaba para dar un pequeño paseo por el corto pasillo del jet.

-¿No podías escoger un sitio más cerca para ir?- pregunté mientras me agachaba a mirar la guía turística de Punta Cana que estaba leyendo él.

-No- dijo sin despegar la vista.

-No sé, los parajes nacionales no están nada mal: San Francisco, Tampa o Miami, Wilmington…

-Para ir a Florida valía más la pena ir hasta las Bahamas y para eso ya que estábamos ¿Por qué no Punta Cana?- dijo riendo.

-Sabes que no soporto estar tanto tiempo en un avión sin hacer nada- dije sentándome frente a él detrás de la mesa.

-¿Quieres hacer algo?- me preguntó alzado la ceja por encima del marco de sus gafas.

-No en ese sentido- dije molesta.

-¿En qué sentido?- preguntó sorprendido- Si quieres puedes ayudarme a revisar varios e-mails…

-Ahh- dije asombrada- pensaba que te referías a… bueno ya sabes… nosotros…

-Para que después digan que los hombres somos los que siempre pensamos en sexo- dijo tendiéndome la tablet.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora