El día había llegado, todo estaba preparado y la novia estaba histérica. Elizabeth no paraba de dar vueltas por la habitación a la espera del vestido de novia, las damas de honor en un intento fallido trataban de tranquilizarla.
Yo estaba sentada frente a ella descansando las manos sobre mi abultado vientre. No sé ni cómo hice para meterme dentro de ese vestido. Todas las damas de honor llevábamos vestidos diferentes pero todas de azul marino, quedaba muy bien y estaban estupendas.
Hasta el día de hoy, mi vida se había normalizado ligeramente. Con Alex las cosas parecían ir un poco mejor, o al menos eso intentábamos. El número de la revista en la que salía mi entrevista fue un éxito, las madres estaban muy contentas y recibí muchos e-mails con opiniones favorables.
Sandra, que había venido de visita, me felicitó por cómo estaba llevando todo y estaba orgullosa de mí.
Un fin de semana antes de la boda de Elizabeth volví a mi piso ya que Alex estaba de viaje. Estaba cansada así que al salir del ascensor me quité los zapatos y fui hasta mi puerta caminando descalza.
-Me tendré que comprar zapatos con menos tacón- le dije a Buster mientras buscaba las llaves.
Oí un ruido de las puertas del ascensor cerrándose y me asusté, al girarme Matt estaba detrás de mí mirándome con una sonrisa perturbadora.
-Hola vecina- dijo acercándose a mí despacio, cómo un león antes de atacar a su presa- veo que va muy bien el embarazo- dijo alargando la mano para tocarme. Le di un fuerte manotazo y me pegué contra la puerta.
-No me toques- le dije con voz temblorosa.
-Veo que sigues teniendo el mismo carácter de siempre- dijo justo enfrente de mí- Sabes, las cosas no van lo suficientemente rápidas para mi gusto- dijo negando con la cabeza- te dije que tenías que hablar con Alex y acelerar las cosas…
-No lo pienso hacer, que te quede claro, no quiero que mi familia tenga nada que ver contigo- le grité desesperada.
-A mí no me hables así- dijo rodeando mi cuello con su mano y apretando lo suficiente para levantarme unos centímetros del suelo- eso te funcionará con los demás, conmigo no.
Notaba que me estaba costando poder respirar y él parecía no tener intenciones de soltarme.
-Vete a la mierda- dije cómo pude ahogadamente.
Él se volvió a reír, pero no me soltó.
-Deberías verte, aunque me acabas de mandar a la mierda tus ojos reflejan miedo…- y me soltó de golpe.
Quedé sentada en el suelo gimoteando con las manos en el cuello.
-La próxima vez que me pongas esa cara de perro abandonado, no pienso tener compasión- dijo caminando hasta el ascensor y se marchó.
No sé bien cuanto tiempo estuve allí sentada, llorando desconsolada, supongo que hasta que tuve la suficiente fuerza para poder levantarme y después de por fin poder introducir la llave en la cerradura, entré y cerré la puerta con las dos vueltas de llave y el cerrojo. Me apresuré por ir hasta la cristalera de la puerta de la terraza, comprobé que estuviera bien cerrada y eché las cortinas.
-Esto no me puede estar pasando a mí, a mí no- me repetí acurrucada en el sofá.
Dejé atrás ese recuerdo y volví al presente. Por fin el vestido de Eli llegó, cuando lo tuvo puesto me quedé alucinada mirándola. Estaba realmente guapísima. Era un vestido realmente precioso de corte imperio y escote corazón, la gasa caía hasta el suelo y la cola la seguía ondeando, el corsé estaba lleno de pequeñísimos cristales y en la cintura tenía un lazo de color azul marino que llevaba atado a la espalda en un moño perfecto.
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Emily Wolf ©
General Fiction[Emily es secretaria de la famosa directora de la revista "Cúspide of moda". Su rutina se ve alterada por la aparición de un atractivo hombre en las oficinas centrales. Ese mismo fin de semana, Emily es invitada a una fiesta dónde se vuelve a cruzar...