Capítulo XXIX

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Ya decía yo que el karma no iba a ser tan malo conmigo después de todo, antes practicaba largas sesiones de meditación con el fin de mantener mi estado zen, encontrar el balance del ying y el yang, y ejercitar a mi guerrero interior.

Porque todos necesitamos un guerrero interior valiente y perseverante que libre batallas constantemente en nuestro interior, dónde se baten a duelo la realidad y nuestra realidad.

Cuando la realidad vence, quedamos prisioneros del pensamiento negativo; entonces nos frustramos, tensamos, estresamos, huimos del conflicto con excusas y justificaciones.

La paz interior tan solo se consigue cuando dejamos de resistirnos y reconocemos la verdad cueste lo que cueste, entonces nuestro guerrero emprende el viaje a la felicidad.

Como iba diciendo después de este break zen, el karma me tenía una buena solución: aquella mañana el cartero dejó la invitación para la boda de mi madre.

Abrí el sobre en color champagne y leí la invitación:

“Nos unimos para siempre: Catherine & Marc
Os invitamos a pasar con nosotros un día tan especial, la fiesta se celebrará el día 12 de Abril a las doce de la noche en la Finca La arboleda, el día 13 la ceremonia religiosa en la iglesia de St. Elionor.”

Añadido en bolígrafo y reconociendo la letra de mí madre puede leer: Cariño me haría muy feliz que vinieras y si no deseas ser mi dama de honor lo entenderé. Te quiere, tu madre.

Esta mujer cada día me sorprendía más, ahora tendré que llamarla para decirle que voy, no podía añadir una cuenta de correo electrónico para confirmar la asistencia.

Mi alter ego estaba mudo aún. Tomé fuerzas y marqué el número.

-Quien es- contestó una voz masculina. Marc.

-Quiero hablar con mi madre- dije cortante.

-Enseguida- dijo y pude oír como remugaba estupideces sobre mí.

-¿Cariño?- dijo mi madre.

-Hola mamá, recibí la invitación- dije mirando la carta y releyendo la nota a mano de mi madre.

-No sabes lo mucho que te echo de menos, he leído cosas sobre ti en las revistas, ahora todos los meses compro tu revista- dijo emocionada.

-Me alegro mucho- dije sin saber que más decir.

-¿Vas a venir? Tu habitación todavía está intacta, no he dejado que la hija de Marc entre, siempre será la habitación de mi niña- dijo y me la imaginé al borde del llanto.

-Si mamá, iré. Y será un placer ser tu dama de honor- dije metiendo la invitación en el sobre y dejándolo junto al teléfono fijo.

-No sabes lo contenta que me haces, estoy muy orgullosa de ti- y me dio pena no poder decir lo mismo del acto de estupidez que hacía casándose con aquel caza fortunas.

Después de colgar, me vestí con unos tejanos, una camiseta de manga corta blanca, blazer negro y los tacones nude. Coleta alta y un toque de maquillaje.

Salí de casa con Buster en el bolso y me debatía si coger el coche o irme en taxi, me decanté por el coche, así podría ir cantando tranquila.

Al llegar a la oficina ya eran las 10.45. Y Paul parecía un poco estresado.

-Tú siempre te lo tomas con mucha calma y glamour- dijo levantándose y entrando después de mí en mi despacho con una pila de notas.

-¿Si no me cuido yo quien lo hará a partir de ahora?- dije sentándome en mi butaca, quitándome las gafas de sol que me daban un toque militar y dejando el bolso en el suelo, del que salió de un respingo Buster.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora