Chace no tuvo el mejor de los días. Solo quería tomar un buen trago, un refrescante baño y dormir, si es que las pesadillas lo dejaban hacerlo. Le sorprendió que el portero lo felicitara, pero solo sonrío y continuó su camino. Se dirigió al bar, comenzó a prepararse un trago de whisky, pasó por enfrente de la cocina y…
—¡¿Qué haces aquí?!—gritó, provocando que Jessica botara el vaso con agua que acababa de agarrar de la nevera.
—¿Cómo que qué hago aquí? Tú me dijiste que era hora de vivir juntos —descaradamente le pasaba por un lado con su corto short para dirigirse a la sala.
—Mira desquiciada ¡Lárgate de aquí! —gritaba—. No sé qué clase de droga rara te hayas tomado para haber entrado en mi departamento, pero ¡lár-ga-te! O haré que la policía te saque.
—¡¿Harás que la policía saque a patadas a la mujer que llamaste novia enfrente de todos ayer?! Recuerda que soy una Mester, trata mal a una Mester y te irá mal, muy mal.
—¡Cállate y lárgate! ¡Fuera! ¡Fuera! —Jessica se murió del miedo cuando con cara desenfrenada la tomó del brazo y la comenzó a jalar hacia la puerta.
—¡Suéltame! —intentó deshacerse hasta que su media la hizo resbalar y caer trayéndose a Chace con ella.
De inmediato el teléfono local comenzó a sonar, no hubo tiempo de más gritos. Chace solo se apresuró a contestar sin dejar de mirar a Jessica con odio. Pero ese segundo de cese al fuego fue suficiente para que una idea se encendiera dentro de la mente de ella.
—¡Ay!!!!! ¡Suéltame!!!! —comenzó a gritar como si la estuvieran atacando—. ¡No me pegues! ¡Ya no más, por favor! —Chace la miraba y no podía creerlo.
—¡¿Qué está pasando ahí?! —preguntaba entre abismado, molesto y preocupado su vicepresidente.
—¡Cállate! —le indicaba a Jessica—. Es Jessica Mester, se metió en mi casa y ahora está…
—Yo no quería que tu café estuviera tibio, ni que tu masaje no hubiera sido tan satisfactorio —lloraba como si todo fuera cierto—. Te amo, pero… ¡No!!!! ¡No!!!! ¡No!!!! —Chace la observaba y solo podía pensar que estaba poseída.
—¿Qué le pasa a esa chica?
—No sé, está loca ¡Por un demonio, cállate! —Pero ella continuaba con su papel—. Llama a la policía, que se la lleven de aquí.
—Nada de eso. No sé cómo, pero la convencerás de que se tranquilice, si se llega a correr el rumor de que eres un maltratador de mujeres, y nada más y nada menos que de la hija de tu competencia, nos iremos a pique. Tú te metiste en esto, ahora aguántalo.
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Viviendo con tu Veneno
General Fiction¿Qué es más doloroso que envenenarse? Vivir con un veneno que te mata cada noche y revive cada día. Para Chace estos supuestos tres años de tranquilidad han sido todo un tormento. El trabajo, una novia y un futuro matrimonio, no han servido de antíd...