Capítulo 1. El Encuentro

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Caminaba apresurada por todo el aeropuerto. Era imposible que eso le estuviera pasando, su amiga detrás de ella corría intentando seguirle el paso.

            —¿Es tan necesario que nos vayamos hoy? —gritaba agitada, disculpándose con las personas a las que se llevaba sin querer en el camino.

            —¡Todavía lo preguntas! —indignada se detuvo en seco—. Vine a Tokio solo para ver a mi querido “Prometido” —encerraba la palabra en comillas imaginarias —, y me encuentro con que está de lo lindo con aquella mujer, es que ¡agh! ¡Quiero matarlo! —jalaba sus cabellos y daba unas cuantas patadas al piso, histérica. Las personas alrededor la observaban y ella no podía hacer más que gritarles también —¿Qué ven? ¡Continúen con sus vidas, inútiles!

            —Jessica ya basta —su amiga ya al borde de su paciencia la jalaba fuertemente —. ¡Estás armando un espectáculo y no eres la primera ni la última mujer a la que engañan!

            —¡Juliet, cómo se te ocurre decirme eso! Es horrible haber encontrado a Peter con esa sucia, y él es un perro, sucio, desgraciado. Me quiso ver la cara, mejor dicho, me vio la cara y yo… creyendo que se iba a contentar cuando me viera es que ¡agh! Debí cachetearlo.  Tuve que haberle dado una patada ahí donde más le duele, con su querido amigo, con el que me ha sido infiel. Debí cortarle esa lengua que danzaba en la boca de esa anoréxica. ¡Agh! Debí, debí, debí haber hecho tantas cosas —Sus dedos se torcían y una vena comenzaba a notarse en su garganta.

            —¿Qué harás ahora Jessi? ¿Lo enfrentarás? Porque antes que nada debes mantener…

            —Al enfrentarlo solo quedaré como una tonta ¿no crees? Lo negará, luego ante la ausencia de salidas, lo aceptará, luego me rogará que vuelva con él. Lo tendré día y noche llamándome, mi padre dirá “es un hombre y eso hacemos” —con su rostro hacía gestos de vomitar —, mi madre dirá “reconcíliate con sexo”, cómo si eso fuera tan beneficioso para mí como para él. Y a la final, me verás caminando de blanco, con una gran sonrisa y un alma amargada al altar.

            —Tú sí que sabes predecir el futuro. Entonces ¿qué harás? —las personas las tropezaban, aunque solo Juliet parecía darse cuenta.

            —No sé, pero no le haré saber que me destrozó el corazón. Claro que no, antes que engañada prefiero ser la mayor de las perras.

            Aquella decisión en los ojos de Jessica no le agradaba a Juliet. Su amiga era conocida por ser impulsiva y por no terminar bien de cada uno de sus arrebatos.

            —¡Jessica! ¡Ya están llamando a nuestro vuelo! ¡Corre!

            Jalándola, comenzaban a correr llevándose a cuanta persona o maleta se le atravesara.

            —¡Apaga el celular! —Juliet la miraba de reojo y agitada la regañaba.

            —Que fastidio contigo y los celulares —protestaba sin dejar de mirar los mensajes.

Viviendo con tu VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora