Capítulo 8.- Engaños (parte 1)

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       Le gustó aquella peluca de cabello negro, por un momento recordó su antiguo cabello y hasta tuvo el impulso de darle un beso a la peluca. Ahora salía con todo ese look seductor, nada típico de ella.

            El salón de fiesta era oscuro, con telas rojas y negras guindando del techo, con una luz opaca, brindada por aquellas velas que guindaban del techo y sobresalían de las paredes. Todo era muy tétrico y era extremadamente extraños que todos lucieran iguales. “Al menos así nadie sabrá que aquí estoy haciendo el ridículo. ¿Dónde estará Ian?”. Les quitaron los celulares, así que le parecía imposible poder encontrárselo. Ni modo que le quitara a todos los hombres sus antifaces para encontrar a Ian.

            No encontró nada mejor que adueñarse de una esquina, tomar una copa de Champan y esperar a que Ian la encontrara.

            —¡Elisa Lubensky! —ella reviró de inmediato al escuchar su nombre. Una mujer muy alta se paró a su lado—. Es raro verte rubia, muy raro —Hasta ese momento la cara de Elisa era un gran signo de interrogación, pero ahora sabía exactamente quién era, podía reconocer ese falso acento inglés por donde fuera.

            —¡Tiffany! ¿Cómo me reconociste? Y ¿se me movió la peluca? ¿Cómo viste el cabello rubio?

            —Te vi en los vestidores. Es bueno verte de nuevo.

            —No digo lo mismo. Eres una perra

            —¡Qué! Chace me engañó a mí.

            —Claro que no. Como sea menos mal que estas fuera de nuestras vidas.

            —No vine a discutir. Solo te vi muy sola y quise hacerte compañía. Nunca fuimos buenas amigas, tal vez porque fuiste la ex de Chace y nunca superé eso, pero tienes una personalidad muy divertida.

            —Oh gracias, no sabes lo feliz que me hace saberlo —expresaba con ironía, quería que se fuera ya. Elisa llegó primero al rincón y Tiffany con sus 1.86 metros de altura no se lo quitaría.

            —Elisa creo que te hace falta una amiga. Verás nunca haces nada divertido, vives a expensas de Alex. Te dejaste dominar tan fácil, por eso piensa dejarte.

            —¡Que!

            —Debes saberlo, está muy aburrido, pensó que serías diferente, pero eres tan común como un novio sexy en verano —Elisa no entendió la comparación, pero sabía a qué quería llegar Tiffany—. Eres incapaz de hacer algo impulsivo, no tiene razones para celarte, porque estás ahí todo el tiempo para él. A lo hombres les gusta lo difícil. Por eso se fue a Berlín y está paseando con Maguie.

            —¡Oh! ¡Cállate, perra! Él me ama, está por trabajo, pero él me ama. No tengo que ser una perra como tú, para demostrar que soy divertida.

            —Tienes tanto miedo de perder a Alex que eres incapaz de hacer algo nuevo. De probar otros labios.

Viviendo con tu VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora