Capítulo 34.- Aquellos Buenos Viejos Tiempos

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Scarlett averiguó todo lo que pudo, incluso el mismo instante en que Meghan recibió su prueba de embarazo. Sacando cuentas el mes de gestación coincidía con el mes que Alex se encontró en las islas Anguila.

Liam bromeó con que Alex no podía estar más salado. La única vez que tuvo una aventura y resulta que dejó emabarazada a la chica.

Todos comenzaron a decirle que bien podía no ser su hijo, si tuvo esa aventura con él la pudo haber tenido igual con cualquier chico rubio, pero Alex miraba la fotografía del niño y estaba seguro de no estar equivocado.

Era obvio que debía hablar con ella, pero aún no le contaba a sus padres y ellos insistieron en que no podía perderse el desayuno de la boda. Así que ahí estaba vestido de forma elegante pero casual dando y recibiendo saludos.

***

Elisa y el resto fueron por compromiso, aunque ella prefería quedarse en su habitación pensando y pensando en las formas de matar a Alex.

En cuanto llegaron corrió hacia la mesa de comida, tomó un plato y estaba dispuesta a comer todo lo que se le atravesara en el camino, en realidad quería encontrar un bar y tomar, pero ya que solo era comida lo que tení enfrente de ella, entonces, al menos engordaría.

—Pásame una dona con chocolate, por favor. —Elisa escuchó pero no encontró la voz hasta que bajó su mirada y se encontró con esa mirada azul e inocente que la miraba con picardía. —Pásamela por aquí —señaló la parte baja de la mesa—, mi mamá no quiere que coma chocolate, pero yo quiero ¿Me la das?

Elisa asintió sin dejar de mirarlo. Era él, no había duda, ese era el niño que pasó toda la noche viendo en la computadora, era el posible hijo de Alex.

***

Alex por una corazonada reviró para encontrarse a lo lejos con Elisa y aquel niño. Su corazón casi se salió de lugar. Miró a todos lados buscando a Meghan pero no la divisó, así que se acercó.

—Tus cabellos son más amarillos que el sol, son casi blancos. —Señaló Nathan.

—Antes no solían ser así —dijo con nostalgia—. Tenía cabellos negros como el ébano.

—¿Te gustaba? Mi papá quiere que mis cabellos sean negros. Mamá dice que mis cabellos son perfectos.

—Son perfectos, claro que lo son. —Algo la llevó a arrodillarse a su lado. —Tú eres perfecto, niño. —Sus ojos se aguaron y estiró su mano para tocar los rizos del pequeño. —Eres perfecto, eres todo lo que alguna vez desee. Lo que alguna vez creí poder tener.

—¡Hola! —Alex se acercó y Nathan reviró para reconocerlo de inmediato.

—Hola —Extendió su puño para chocarlo con Alex. Él sonriendo lo imitó.

—Toma tu dona. Será el secreto entre tú y yo, no le digas a tu mamá que yo te la di. —Elisa se puso de pie y Alex miró sus ojos llorosos.

—¡Elisa! —susurró cuando ella pasaba por su lado.

—Es tu hijo, no tengas dudas de eso —Le dijo en voz baja al oído antes de irse lejos.

***

Elisa no quería sentirse así, ni siquiera sabía lo que sentía, sí, estaba triste pero ¿Por qué? ¿Acaso sus supuestas razones serían válidas? Alex tenía un hijo, ella podía lidiar con eso, pero la mataba saber que ese hijo no era de ella.

Viviendo con tu VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora