Capítulo 16.- ¡Ya Basta!

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                        Jessica Mester bostezando, despertó. Llevaba tiempo sin usar tacones y sus pies aun le dolían. Estiró sus manos y algo despeinada quitó la pesada cobija sobre ella. Arrastrando los pies llegó hasta el baño, lavó su cara y por un momento una brisa inexistente erizó sus vellos. Miró al espejo y como si se tratará de un televisor rememoró el beso que Chace le había dado. Lo recordaba como si hubiera salido de su cuerpo y estuviera ahí en un lugar privilegiado viéndose. Acarició sus labios y sonrió, tal vez algún día lograría que esos besos le pertenecieran.

                  Animada se sujetó el cabello, se puso unos shorts cortos y sexys, unos zapatos deportivos y una camiseta verde manzana. Esperaba que Chace todavía estuviera en casa, de todas formas apenas eran las seis de la mañana. Quería despertarlo con un suculento desayuno que no podría rechazar. Si Juliet estaba conquistando a Liam a punta de engordarlo, como se engorda a un cochino para navidad, entonces ella también podría.

                Bajó directo a la cocina y de ahí no salió hasta que tenía una gran bandeja llena de una linda torre de panqueques adornados con filetes de fresas, tocino frito en un plato aparte, miel en un lindo envase, jugo de naranja y un sabroso café con leche y canela. Estaba contenta con su comida, y con el mismo entusiasmo subió, tocó la puerta levemente y entró. Esperó encontrarse a Chace durmiendo y maldiciendo por despertarlo tan temprano, en cambio se encontró con una cama perfectamente tendida ¿Acaso ya se había ido?

                Se asomó por la ventana para notar que a fuera estaba otro auto estacionado. Alguien más estaba en la casa. Comenzó a buscar, notó que el estudio era un desastre y al menos unas cinco botellas de diferentes licores se encontraban rodando vacías por el lugar. La mansión Van der Field era enorme, así que decidió ir revisando por secciones. Entró a una gran habitación que tenía vista al patio, le gustó un gran espejo que se encontraba a un lado. Vencida se sentó en la cama, hasta que notó que la puerta del baño estaba abierta y la alfombra de la entrada se encontraba amurriñada. Pudo escuchar que dentro algo se cayó, abrió la puerta, temerosa de encontrarse con una rata, a las cuales ahora odiaba, pero se topó con una gran sorpresa.

                 Chace estaba recostado a la tina con la cabeza guindando hacia atrás, la boca un poco abierta y una botella rodando a su lado. Al lado de la puerta estaba alguien que identificó como Ian, él estaba casi acostado en el suelo y una botella aún permanecía en su mano. Ambos respiraban fuertemente. Jessica frunció la boca en desaprobación.

              Ya sabía cómo despertaría a esos dos. Tomó la regadera extensible de la ducha y la abrió saliendo un gran caudal de agua fría que cayó sobre Chace, algo en ella le dijo que no estaba bien mojar a Ian, a quien no conocía.

             Debido a tener la boca abierta, mucha agua entró a su boca y se despertó no solo por el cambio de temperatura sino porque se estaba ahogando. Sin terminar de abrir los ojos comenzó a toser, su estómago estaba listo para botar todo aquel licor que lo intoxicaba, así que comenzó a buscar la forma de vomitar, pero solo se ahogó más.

            —¡Chace! ¡Chace! —ya preocupada desvió la manguera, la cual sin querer se quedó apuntando a Ian. Él se despertó con el mismo resultado que Chace. Jessica asustada movió a Chace hasta el inodoro, sostuvo su cabeza boca abajo mientras le daba golpecitos en la espalda—. Vomita, vomita —le decía calmada.

                  Ian no entendía nada de lo que veía, todo era borroso, solo sentía esa masa de algo amargo luchando por salir, como pudo alcanzó a colocar su cabeza dentro de la tina y a horcadas su cuerpo comenzó a liberarse.

Viviendo con tu VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora