—Cha-ce Van-der Pri-ce —tecleaba en el celular de Juliet. Aún estaban en el aeropuerto y fija en su celular se llevaba a todas las personas que se atravesaban en su camino —¡que maldita recepción tan mala! Media hora para saber quién es ese idiota.
—Solo espero que te disculpes con su novia. No es bueno que piense que su novio la engaña.
—Sí Juliet. Lo sé —fastidiada la evadía —. ¿Por qué siempre tienes que ser de tan buen corazón? ¿Cómo es que somos mejores amigas?
—Hasta hace unas horas atrás lo sabía, ahora tampoco lo comprendo —Era cierto que su alma era buena y noble, pero cuando algo la molestaba en exceso simplemente lo demostraba —. Ni siquiera has pisado correctamente la ciudad y ya volvió toda tu alma podrida.
—¡Juliet! —indignada la miraba buscando una disculpa.
—Ah no amiga, sabes que tengo razón. Otra vez eres solo tú, tú y tú, y entiendo que…
—¡Maldita sea! Tu celular se murió. Se acabó la batería. Ya va espera —sacaba aquel celular que no le pertenecía, pero estaba en el mismo estado —¡Malditos teléfonos inteligentes!
—¡Ya deja de maldecir, Jessica! —gritaba.
Jessica iba a protestar, pero el anuncio que daban en el aeropuerto la calló.
“Le informamos que debido al mal clima, los vuelos programados han sido retrasados. Disculpamos los inconvenientes”.
—¡Maldi…! —se calló ante la mirada reprobadora de Juliet —. No pienso quedarme aquí, así que vamos a un hotel mientras. Así cargamos los celulares.
—Perfecto. Necesito un baño. Pasamos de estar en Zimbabue a estar en Tokio y ahora hacer trasbordo en España, y sin descansar nada. Así que vámonos.
Jessica sabía que ella era obstinante, pero también sabía que Juliet se calentaba más rápido que adolescente en la pubertad. Así que intentando mantener la fiesta en paz, salieron del aeropuerto sin decir palabra.
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—Je-ssi-ca Mes-ter —Chace deletreaba en el celular de Ian el nombre que Tiffany le había dicho de esa chica.
—No creo que haya sido muy maduro de tu parte hacer lo que hiciste —lo reprobaba, mientras sentado a su lado comía cubos de queso.
—¡Maduro! No sé qué le haya dicho a Tiffany, pero por algo ella no quiere hablarme y…
—¡Mira! Ya salió algo —Ian señalaba el celular y los resultados que arrojaba google —¡Es ella! Te digo que es linda.
Chace ponía los ojos en blanco. Claro que era linda, pero él estaba cansado de ver chicas lindas. Jessica era de cabellos castaños largos y ondulados. En la foto estaba impecablemente peinada. De ojos marrones y piel blanca, de sonrisa muy coqueta y al parecer una fashionista.
—¡Vaya! ¡Cómo no recordarlo! —exclamaba Ian.
—¿Qué? ¿La conoces?
—Mester. De los Mester de Los Ángeles, los Mester de New York.
—¡Los Mester! —Recordaba y aquello no le causaba gracia —Son también la segunda familia de Maikel Loubstwell ¿Cierto?
—Totalmente.
—Me vine a topar con la princesa de nuestros enemigos. ¿Cómo es que Tiffany la conoce? Obviamente tenía su número registrado, por eso supo que la llamaba desde su celular —se quedó un rato pensando, hasta que lo más obvio vino a él —¡Ella tiene mi celular! —aquello lo espantaba, su competencia, sus enemigos tenían toda su vida. Podía bloquear su celular, pero tenía cosas que solo ahí conservaba y no quería perderlas.
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Viviendo con tu Veneno
Ficción General¿Qué es más doloroso que envenenarse? Vivir con un veneno que te mata cada noche y revive cada día. Para Chace estos supuestos tres años de tranquilidad han sido todo un tormento. El trabajo, una novia y un futuro matrimonio, no han servido de antíd...