No tengo que volver, si yo nunca me fui

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Narra Christopher:

Desde la ultima vez que hablamos, algunas cosas habían cambiado. No quería que fuera así, por un momento pensaba que podríamos volver a ser los de antes, bueno, no los de siempre, pero sí nosotros mismos.

Ser uno mismo era lo que más valorábamos. Quizá porque durante muchos años tuvimos que fingir ser otras personas y vivir como otros querían que viviéramos. Cada día se hacía más duro que el anterior, sobre todo cuando acabó el grupo y Dulce comenzó Verano de amor.

Nos acostumbramos a vivir al día, a vernos a ratos, que cada vez eran menos. Nos acostumbramos a ser dos personas desconocidas para nosotros mismos, dos personas que solo se reconocían cuando estaban a solas. Las noches se hacían difíciles y yo no podía evitar sentirme culpable por dejarla sola entre tanto caso.

Recuerdo la llamada de aquella noche en la que me pidieron que fuera a Tlacotalpan a grabar una participación en la novela. Dulce estuvo llorando horas por la presión que sentía por todo lo que estaba pasando, y yo solo quería abrazarla hasta que se quedara dormida.

A los pocos días ya estaba en el avión de camino a México. Estaba nervioso, pero a la vez sentía que mi lugar estaba a su lado, aunque tan solo fuera un día. Teníamos que actuar como dos amigos que hace meses no se veían, pero no era así. Durante ese tiempo gastamos más dinero en viajes que en cualquier otra cosa, era la única forma de estar juntos en los días que teníamos libres.

Al llegar a Tlacotalpan me recibió Pedro en la puerta del hotel. No tenía ganas de pelear con él, pero las cosas cada vez eran más complicadas entre nosotros. Después de saludar me acerqué a la recepción del hotel para pedir mi habitación, y entonces la vi.

Dulce apareció y al verme sonrió. Nos acercamos y nos fundimos en un abrazo que ninguno de los dos quería que acabara. Pero no podíamos provocar más problemas, a pesar de que toda la gente que se encontraba en el hotel pertenecía a la producción de la novela y sabían lo nuestro.

Nos encerramos en mi cuarto durante dos horas, necesitábamos estar a solas antes de que comenzara todo el circo que estaba por llegar.

Llegué al set y actué como si aun no hubiera visto a nadie. Dulce se acercó a mi y después de saludarnos de nuevo nos pusimos a platicar. Estaba feliz por estar con ella y acompañarla en esos días difíciles, pero al mismo tiempo no podía evitar sentir rabia por la situación.

Durante dos años soñamos con poder ser libres, poder hacer nuestra vida como queríamos. Simplemente ser como cualquier pareja que puede agarrarse de la mano por la calle, ir al cine un tarde o a cenar en una fecha especial. No pedíamos nada más, solo ser nosotros mismos.

Después de todo el día de grabación Dulce y yo decidimos cenar en la habitación del hotel. Dulce se asomó a la ventana y me dijo lo que siempre me preguntaba en la noche cuando le marcaba.

- ¿Ya viste la luna? - Me dijo.
- Está hermosa, pero hoy brilla aun más. - Le respondí mientras la abrazaba.
- Está feliz porque el sol ha venido a verla.

Esos momentos eran los que hacían que el resto mereciera la pena. Cuando éramos los dos, sin máscaras, sin mentiras, sin nada que pudiera alejarnos.

Extrañaba tanto eso. Durante años luchamos contra lo imposible, aparentar ser dos desconocidos con recuerdos en común. Pero no pudimos, porque los recuerdos pesan más que cualquier otra cosa, porque nadie me conocer mejor que ella y todos mis recuerdos felices los creamos juntos.

Estos últimos días fueron extraños, unas declaraciones de Dulce se malinterpretaron y yo necesitaba ayudarla de alguna manera.

Llevaba unos días en una casa perdida en Los Ángeles, y estar allí alejado de todo me había servido para pensar muchas cosas. Decidí grabar unas historias en las que hablaba de ser uno mismo, porque así lo sentía y necesitaba que ella supiera que la apoyaba, que seguía ahí.

Después de todo el revuelo y cuando las cosas ya estaban más calmadas recibí su mensaje.

"Gracias por estar ahí aunque las cosas sean difíciles"

Únicamente por esas palabras ya había merecido la pena. No podía soportar que alguien fuera contra ella y menos en este momento de vulnerabilidad. Respondí su mensaje unos minutos más tarde.

"Nunca dejes que nadie te diga quién eres. Los que te conocemos sabemos que eres el ser más auténtico que existe, que nunca dejas de luchar y que das todo por la gente que quieres. Todo saldrá bien"

Quería protegerla, decirle que no iba a permitir que nadie le hiciera daño, y aunque fuera en la distancia, siempre montaría guardia por ella, por su felicidad, pero sobre todo, por sus sueños.

Me fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora