Luna

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Narra Christopher:

Decidí frenar.

Irme de nuevo unos días a desconectar para volver a desconectar conmigo mismo. Quería descansar de tanto trabajo y tomarme unos días para mi, para sentirme libre y en paz.

Un día después de mi llegada Televisa transmitiría el concierto de RBD en abierto. No sabía si verlo o no, pero algo dentro de mi necesitaba transportarme a aquel día de nuevo. Agarré mi computadora y me conecté para verlo.

Apenas quedaba media hora de concierto cuando me di cuenta de que Inalcanzable había sido borrada. No sabía qué sentir, qué decir, qué hacer. Solo quería desaparecer incluso estando en el lugar más inhóspito del planeta. Quería esconderme debajo de la cama donde nadie pudiera encontrarme y no pensar en lo que había pasado.

No entendía nada, y por otra parte tampoco quería hacerlo. Me llegaron miles de mensajes por todas las redes sociales, cientos de whatsapps preguntándome por lo ocurrido, pero no tenía fuerzas para contestar a nadie. No quería escuchar palabras de lástima, de rabia, solo quería alejarme de todo aquello.

Traté de centrarme en otras cosas, componer, descansar, respirar y estar tranquilo. Hasta que un llamada le dio la vuelta a mi mundo.

Estaba en la terraza cuando mi celular comenzó a sonar. Llevaba dos días sin contestar llamadas, sin apenas mirar el teléfono, pero en ese momento sentí que esa llamada era lo que necesitaba.

- ¿Bueno? - Respondí.
- Chris, soy Dulce.
- Hola Dul.
- No te voy a preguntar cómo estás porque te conozco y sé que no es lo que necesitas. Solo quiero que sepas que estoy aquí, ¿ok?. No quiero que dudes nunca de ti mismo, ni de lo que eres capaz de hacer, nunca.

Una lágrima recorrió mi rostro. Ella era la única persona en el mundo que me conocía más que yo mismo. Sin saberlo, necesitaba escuchar esas palabras, escuchar que alguien creía en mi.

- No estoy bien. Sé que quizá es una tontería y no debería sentirme mal, pero lo hago. - Contesté.
- Te entiendo. Te has dejado la piel por este proyecto y no mereces eso, mereces que valoren tu trabajo y créeme que yo lo hago. Eres la persona más luchadora que conozco y sé que nunca te das por vencido, así que, por favor, no lo hagas esta vez.
- Necesitaba escuchar eso, sabes. Escuchar que hay alguien en el mundo que sabe lo que siento en este momento.
- Y yo quiero que sepas que no estás solo, que estoy contigo aunque no estemos cerca. Cuando escuché Inalcanzable y te vi sentado en ese piano haciendo lo que mejor sabes hacer sentí mucho orgullo. Orgullo de verte cumplir un sueño, orgullo de verte sonreír mientras lo hacías. Demostraste que mereces más de lo que tú crees, y no quiero que te olvides de eso.
- Sonreía porque te imaginaba al otro lado de la pantalla escuchándome y para mi, por eso ya había merecido la pena.
- Nunca nadie me había hecho sentir tan emocionada con una canción, y creo que no soy la única. Simplemente observa cómo están luchando todos por ti, por tu magia y siéntete orgulloso.
- Gracias. Necesitaba tanto esto, te necesitaba.
- No quiero que me des las gracias, quiero que sepas que sigo aquí, pase lo que pase, siempre.
- Te prometo que no lo voy a olvidar nunca.
- Tengo que irme, pero márcame cuando lo necesites, ¿ok?.
- Gracias de verdad. Eres increíble.
- Descansa mucho estos días y avísame cuando vuelvas.
- Lo haré.

Cuando colgué la llamada susurré "Te quiero". Era lo que quería decirle, pero sabía que no era lo correcto. Ella era la única persona capaz de conseguir que mi día cambiara por completo con solo unas palabras.

Respiré tranquilo, aliviado. Sentí paz, me había quitado un gran peso de encima, un gran peso del corazón. Ya eran más de la ocho de la tarde y después de cenar salí de nuevo a la terraza de la casa. Encendí el fuego que había porque a esa hora comenzaba a hacer más frío y me senté en uno de los sofás. Observé la luna y me acordé de nuestra promesa. Siempre que nos acordáramos el uno del otro nos lo haríamos saber a través de la luna. Ella siempre fue nuestra cómplice, la única que nos vio sin máscaras, queriéndonos a solas, la que siempre guardará nuestro secreto.

Saqué el celular y grabé el momento, la noche, la luna llena y su reflejo. A los pocos minutos recibí una notificación de Instagram. Era suya, y era una foto de ese mismo momento, de esa misma luna.

La conexión entre nosotros iba más allá de todo lo terrenal. Éramos capaces de estar cerca sin estarlo, como si la leyenda del hilo rojo hubiera sido escrita para nosotros, y a veces creía que había sido así. La luna nos había conectado una vez más, y para mi esa magia ya era más que suficiente.

Me fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora