Al otro lado de la lluvia, llevo siempre tu recuerdo

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Narra Dulce:

¿Qué siento? A veces creo que después de tantos años no he aprendido a reconocer mis sentimientos. Siempre he sido una persona de extremos, o muy bien o muy mal, pero nunca estable. Quizá por eso siempre buscaba alguien que me diera esa prudencia y esa estabilidad emocional que nunca tuve.

Luego me sorprendo a mi misma negándolo. Alguien que ha luchado tanto por sus sueños no puede haberse convertido en la persona más conformista, pero así es. En muchos momentos había recibido comentarios al salir al aire entrevistas recientes, "¿Cómo puede estar tan triste en este momento?", ni yo misma tenía la respuesta.

En algunas etapas de mi vida tuve que esconder delante de todos lo que me pasaba. Tenía que aparentar que todo iba bien, que era muy feliz con mi pareja y que hasta planes de futuro teníamos. ¿Qué planes de futuro son aquellos en los que no incluyes a tu pareja?. Y por un momento pensé que todo eso había pasado, aunque ahora me doy cuenta de que nada más lejos de la realidad. He vuelto a ser esa persona triste que prefiere aparentar antes que dejarse ver frágil. Me siento diferente, pero esta vez no estoy orgullosa de ello.

Quería entender qué me estaba ocurriendo, pero siempre llegaba a la misma conclusión, eran demasiadas cosas las que me habían hecho llegar hasta ese punto. Quería estar bien de una vez, saber que todo saldría perfecto. Necesitaba que alguien me agarrara la mano y me dijera que todo se solucionaría, y había alguien que se encargaba de recordármelo constantemente, aunque ahora mismo no fuera quien me sujetara la mano con fuerza para transmitirme la suya.

En estos momentos me acordaba de aquellos en los que él sí estaba. Esos en los que yo misma no me creía suficiente, esos en los que él me rescataba de la caída y me hacía volver a volar. Podíamos pasar horas encerrados en un cuarto de hotel de cualquier ciudad del mundo, que solo nos necesitábamos el uno al otro.

Después de RBD y con todo el caos que provocó en mi vida el proyecto de Verano de amor, me sentía peor que nunca. Estaba lejos de Christopher, grabando durante horas y días que se hacían interminables, y fingiendo una supuesta relación que me tenía loca de amor. No podía más, quería irme de allí, muy lejos, donde nadie pudiera encontrarme. Necesitaba salir del bucle en el que estaba metida, pero no sabía cómo.

Un fin de semana quise salir de todo eso. Quería alejarme de la farsa en la que se había convertido mi vida, así que agarré una maleta y me fui a un pequeño departamento que renté en la playa, allí descansaría, desconectaría y reconectaría conmigo misma. Lo que no sabía es que mi mamá llamaría a Christopher y le diría donde estaba.

Cuando apenas llevaba dos horas en el departamento llamaron a la puerta y no esperaba que él apareciera allí. Lo abracé como si nuestros cuerpos fueran a fundirse en uno, con necesidad, con todo el amor que mi cuerpo podía dar en ese momento, y así pasó, nos fundimos en uno con una necesidad total de estar juntos.

Al día siguiente fuimos a la playa en la noche e hicimos un picnic allí. Cuando acabamos de cenar me senté entre sus piernas mientras él me acariciaba las manos que no se soltaban de las suyas ni un momento. Observamos la luna y comenzamos a hablar.

- Qué hermosa está la luna esta noche. - Dijo Christopher.
- Es mágica, parece que nos observa desde ahí arriba.
- Es como tú. Consigue iluminar a todos los que la miran y una vez que la miran, ya no pueden dejar de hacerlo nunca.
- Me vas a hacer llorar. Ya sabes que últimamente estoy más sensible que nunca.
- Estás muy sensible, pero también estás siendo más fuerte que nunca. Creo que ya lo sabes, pero estoy muy orgulloso de ti.
- No puedes estar orgulloso de mi. Te llamo llorando casi todos los días y no precisamente de emoción. No soy alguien de quien enorgullecerse ahora mismo.
- Por eso mismo lo estoy, porque a pesar del peso que tienes encima, después de llorar consigues levantarte, y escucharte reír para mi ya es un motivo para estar orgulloso.
- No te merezco, mi amor. A veces pienso que lo mejor que te podía pasar es estar lejos de mi.
- Mí lugar está justo aquí, donde estás tú. No cambiaría esto por nada.
- Prométeme que siempre va a ser así, que aunque estemos lejos me sentirás cerca de ti.
- Cada vez que mire la luna me acordaré de ti, aunque seamos viejitos o la vida nos lleve por otro camino. Siempre que vea la luna me sentiré contigo.
- Te amo muchísimo, mi amor.
- Ven.

Y nos besamos, pero esa vez lo hicimos como sellando una promesa. Esa promesa se había mantenido todos estos años, cuántas veces había visto la luna esperando que él estuviera haciendo lo mismo, recordaba sus palabras como si las estuviera escuchando en este momento. Hoy la luna estaba más brillante que de costumbre, parecía que brillaba por mi.
Agarré el celular y le tomé una foto. A continuación abrí su chat y se la mandé.

"Hoy la luna está más brillante que nunca, parece que espera que la miremos. Me acordé de la noche en la playa y también recordé que ese día me hiciste volver a brillar"

Me fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora