18. Pecadores

69 8 3
                                    

ANGELIE

Cuatro páginas, sesenta preguntas, una hora y media para llenar; en eso consistía el examen de Política Actual del maestro Erin. El mismo que ya estaba lleno en mis manos, pero el cual no quería entregar, así que estaba esperando que se acabara el tiempo estimado y de ser necesario el mismo lo quitara de mis manos.

El maestro pasó a mi mesa a recogerlo, el salón ya se encontraba vacío; nunca había odiado tanto estar en Esmeralda como en ese momento.

—¿Pasa algo, señorita Peterson? —preguntó el maestro, hojeó mi examen y seguro se dio cuenta que todo estaba perfectamente lleno y por eso volvió a dirigir sus ojos a mi persona.

Negué, realmente no me pasaba nada. Al menos no con él.

—El consejo no va a bajar tu promedio por los días perdidos, puedes estar tranquila; El líder Hannover pidió que se mantuviera intachable tu puntaje final —informó.

Mis cosas ya estaban recogidas, me incorporé tomando la bolsa en mi brazo izquierdo. Aquello me secó la lengua.

—¿Y el señor por qué haría eso? —cuestioné frunciendo las cejas. Erin se giró totalmente para quedar en frente de mi y se encogió de hombros.

—Eres de los mejores en la lista, tal vez le interese postularte Concejal en un futuro; no dañes tu brillante futuro, Angelie. Todo consta de sacrificios —Erin me dedicó una pequeña sonrisa y se alejó con las hojas en manos.

Yo salí de allí confundida, Tahiel quería matarme con las manos, mientras que con los pies me salvaba y me arreglaba la vida perfecta. Realmente no lo entendía y eso comenzaba a preocuparme más.

De allí fui a esconderme en la biblioteca, aunque no sabía de qué me escondía; Kadmy nunca más regresó a Esmerada, ni los gemelos o Kasher, de parte de ellos había tanto silencio, clara muestra de que algo hacían. Tantas cosas encima me tenía fuera de mí, me era imposible concentrarme con tantos pares de ojos acechándome. Estaba muy preocupada por Tammy, y el otro niño; pero hacer un movimiento justo ahora era una acción estúpida que solo me ponía en desventaja.

Ellos eran cuatro, y yo una, ponerme bajo la mira los haría ir por mi, y no iban a tenerme piedad. Esto era una maldita guerra de poder y no tenía idea de en qué puesto de la cadena alimenticia que ellos habían creado, yo me encontraba.

Subí al segundo piso de la biblioteca, dejé la bolsa sobre la mesa y me dispuse a sentarme cuando los ojos eléctricos de Axeel me detuvieron. Creo que alguien se escondía y trataba de no toparse conmigo.

Terminé de sentarme sin quitarle los ojos de encima, se encontraba en la mesa del frente, al parecer andaba con alguien, habían. Otras bolsas en la mesa aún cuando no estaban presentes. Se deshacía de mí, y ya tenía amigos. Yo tenía años ahí y él había sido el segundo en entrar.

Quería quedarme, pero el pecho comenzó a molestarme, me producía un sentimiento devastador ver cómo la vida nos había alejado tan rápido. Lo vi recoger sus cosas para irse, y mis pies se movieron sin obedecerme y lo detuve por la mano izquierda.

—Axeel...

—No otra vez, Angelie —rogó cerrando los ojos y separándose de mi agarre con violencia —. No otra vez.

Cerré los ojos y asentí. Di un paso atrás alejándome.

—Te quiero —susurré una octava más baja de lo normal, era la primera vez que le decía algo así. Creí que no me había escuchado, pues siguió caminando, aunque se detuvo y se giró al llegar a la puerta.

Negó riendo secamente.

—Yo nunca te quise, Angelie. Haz lo mismo tú también.

Su figura desapareció del lugar, y algo se fragmentó dentro de mí. Desde ese momento descubrí lo destructivo que podía ser Axeel, una acción buena nunca sería suficiente para borrar cien acciones malas más.

Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora