42. Tammy

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Aravis 


Algo preocupaba a Tahiel.

Dos días después de haber encerrado a Drac se paseaba por Palacio con ese hundimiento entre sus cejas, algo no voy característico de una persona acostumbrada a ir con una cara libre de emociones.

Me había desviado totalmente del plan, temía que mi padre llamara en cualquier momento y se diera cuenta. Temía que Arnold pudiera decirle algo, tenía una excusa lista por si preguntaban; solo lo estaba engañando. Solo lo estaba usando. Nunca sentiría nada por el gran líder del Círculo.

Solo que mientras lo veía, delante de mí, me daba cuenta lo tan falsas que eran esas excusas. No había manera en la que pudiera explicar como todo él me hacían sentir.

Era como agua. Como haber encontrado agua y un techo, luego de haber estado sediento y sin hogar.

—Te pasa algo —aseguré, suspiró y levantó sus ojos de la pantalla frente a él para observarme. La oficina de Tahiel era la más grande de todas, y a diferencia de la de nosotros, él solo tenía una pared de vidrio, que tenía como vista miles de árboles al cuadrado, como si no tuviera fin.

Parecía no encontrar las palabras para expresarse. Algo se me removió dentro; ¿y si nunca lo había hecho? Parecía cargar a todos tras su espalda, como si fuese su responsabilidad aún cuando todos eran adultos. ¿Alguna vez había tenido a alguien para decirle ya no puedo más?

Quizá, después de todo éramos la única estrella en nuestro universo y odiaría pensar que en algún momento se sintió solo.

Todos necesitamos a alguien que se sienta como casa, un pecho donde recostar la cabeza cuando todo fuera demasiado, y no hablaba precisamente de amigos o familiares.

Extendió su mano, llamándome.

—Ven aquí —pidió, me le acerqué sin dudar y lo dejé atraerme y sentarme en su regazo.

Me rodeó la cintura con los brazos y descansó su cabeza sobre mis senos, lucía derrotado.

—Tahiel...

—Solo le busco una solución a todo lo que está pasando —respondió con rapidez interrumpiéndome —. Soy el líder, debo tener todo bajo control, a todos, bajo control.

Hundí mis dedos en su cabello, acariciándolo, no sabía que decir. Cualquier cosa que saliera de mis labios no iba a ser más que mentiras, la hipocresía se asentaba en el aire como un monstruo que amenazaba con triturarme, no sabía en qué momento había terminado caminando en dos aguas.

Ni siquiera entendía que diablos estaba pasando. Por un momento deseé que la tierra me tragara y me escupiera en cualquier otro universo que existiera.

—Todo estará bien —susurré, y dejé un besito sobre su frente. El calor de ambos nos envolvió.

Quise convencerme de que de verdad todo estaría bien. Pero no, no era cierto.

—¿Cenamos juntos hoy? —preguntó.

—Cenamos juntos todos los días, Hannover.

Negó.

—Juntos, como marido y mujer, solo tú y yo.

Sonreí sin poder evitarlo, el cosquilleo se asentó en mi vientre y lo apreté contra mí. La sensación era demasiado nueva e intensa para pasar desapercibida, últimamente me sentía extasiada, como si estar interesado en alguien de pronto fuese una droga que te consumía.

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⏰ Última actualización: Jan 30, 2022 ⏰

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