22. Amargo

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 ANGELIE.

No sabía cómo definir a la vida, era como tomar un trago amargo, y al acostumbrarte había veces que notabas el trago dulce. Al menos así lo sentía yo, mientras corría a gran velocidad en una camioneta con tres personas más a mi cargo. Habíamos logrado perderlos de vista, pero temía que hubiera sido una trampa, y que al final del camino Kasher nos estuviera esperando. No sabía del alcance de su poder, pero esperaba que él no pudiera teletransportarse tan lejos.

Axeel nos había dirigido a una pista privada, completamente cerrada, a las afuera de Ciudad Militar, después de todo la ciudad aún tenía sus huecos por donde escapar. Mi amigo me indicó conducir hasta la parte de atrás, y metros antes dejamos la camioneta, dicho auto tenía una tecnología muy avanzada, podía jurar que ya nos seguían.

Caminamos hasta la pista, Odrey y la niña caminaban delante de nosotros, ninguno había abierto la boca, yo realmente tampoco sabía que decir. No me encontraba fatigada, pero me ardían los pies, aún así se sentía bien, el saber que alguien había cruzado el mundo para buscarme, sabiendo que algo no iba bien.

Axeel siempre quiso protegerme, y sus ojos lo demostraban. Era de esa clase de acciones que te llenaban el pecho, todos en algún momento queremos saber que somos importantes para alguien más que un familiar. Al llegar a una puerta trasera, Axeel se giró para observarnos. Parecía nervioso, tenía una vena palpitándole en la frente y las manos le temblaban.

—Suéltalo —pedí, intentando no caer en pánico yo también. Tammy se había posicionado muy cerca de mí, mientras que Odrey a unos pasos de nosotros, miraba a todos lados, lo más probable que asegurándose que nadie nos hubiera seguido.

—Debemos entrar a la nave sin que nos vean, tuve que recurrir al Círculo. Me enviaron con Eronnis y el comandante de los Agentes: Eleanols —informó.

Odrey bufó al escucharlo.

—No me jodas, Palafox —gruñó —. Crees que haz escapado de la muerte y sorpresa. ¡La muerte te está esperando!

—No me hubiese sido posible venir aquí sin ayuda, están del otro lado del océano ¿lo recuerdas? —se excusó Axeel, forzando la puerta y abriéndola —. Solo síganme, ellos están esperándome en la entrada, abordaremos y no se darán cuenta hasta poner el runjeeps en marcha.

Asentí, aunque realmente no estaba convencida. Ahí pasaba algo, el Círculo solo ayudaría a Axeel por algo a cambio, ¿pero el qué? Avancé detrás de él con miedo, una pesadez extraña se me colocó en los hombros. Tomé la mano de Tammy, en cambio Odrey nos seguía detrás. Entramos a la sala, la cual se encontraba a oscuras y divisé los runjeeps del lugar, habían cuatro de ellos. Corrimos con sigilo al más cercano, Axeel abrió la puerta y dejamos a los niños entrar primero a la nave, luego subí yo, y cuando mi amigo lo hizo y cerró la puerta, Eronnis se materializó por el cristal del otro lado. Veía a Axeel como si ella hubiese esperado ese movimiento. Mas no fue a él que se le quedó viendo a través del cristal, sus ojos violetas me atraparon con violencia.

—Vas a llorar sangre, y rogaras no haber nacido. No puedes correr más, pero anda, inténtalo.

La nave comenzó a subir y el techo se abrió dándonos paso, nos alejamos, pero mi mente nunca olvidó lo que Eronnis Nederlands había dicho.

Sabía que ella veía el futuro. Ella estaba diciendo la verdad.

Los runjeeps eran de esas naves en donde la tecnología lo hacía todo, en una nave normal serían hasta diez horas de viaje, ahí eran menos de cuatro. El ave de metal era espaciosa, aparte de la cabina, tenía un amplio lugar para la tripulación, allí se habían quedado los demás. Yo me había hecho espacio al lado de Axeel delante de los controles. Ya estábamos sobre el océano, y la vista no era más que un espectacular ocaso, que prometía un anochecer cuanto antes.

Sangre  |  Círculo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora